Alza de envíos silvoagropecuarios

Por años se ha repetido que las exportaciones son la puerta de entrada al desarrollo económico de Ñuble. Y si uno observa los últimos datos de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, se confirma, pues entre enero y mayo de este año las exportaciones silvoagropecuarias de la región crecieron un 18,7% respecto del mismo periodo de 2024, totalizando US$ 571,7 millones. La cifra no solo es positiva en términos absolutos, también contrasta con el retroceso de 3% a nivel nacional.
Pero las cifras, por sí solas, no bastan para hablar de progreso y bienestar. Y es justamente ahí donde conviene detenerse. Porque si bien los números macro muestran dinamismo -con alzas de más de 100% en maderas elaboradas y aserradas, o un 38% en frutas procesadas- la pregunta de fondo sigue sin respuesta: ¿Está este crecimiento exportador mejorando la vida de los habitantes de Ñuble? ¿Los sectores económicos detrás de este impulso exportador están contribuyendo el empleo local y el desarrollo territorial?
Es innegable el peso de las exportaciones forestales (US$ 343,9 millones en lo que va del año, un 28% más que en 2024) en nuestra economía, pero también lo es que actividades como la fruticultura, la agroindustria o el desarrollo de alimentos con mayor valor agregado, aunque más pequeñas, han demostrado mayor capacidad de generar empleo, fomentar encadenamientos productivos y dinamizar las economías locales.
Hoy todavía son actores secundarios en la matriz exportadora regional, y esto tiene causas estructurales: falta dde infraestructura vial adecuada, baja conectividad digital en zonas rurales, escasez de inversiones en investigación aplicada y, sobre todo, barreras de acceso al financiamiento que afectan especialmente a las Pymes.
A ello se suma una lenta capacidad de adaptación a los exigentes estándares internacionales, que ha golpeado a rubros antes prometedores como los arándanos. En una década, este fruto pasó de ser la estrella de la exportación regional a quedar rezagado, en parte por falta de innovación en genética y desconocimiento del cambiante mercado global.
Mientras tanto, los esfuerzos públicos por fortalecer el sector a través de capacitaciones, asesorías técnicas o promoción comercial, no están siendo suficientes para cerrar la brecha entre las grandes exportadoras y las pequeñas y medianas empresas. Las Pymes del agro siguen enfrentando las mismas trabas de siempre: dificultades para financiarse, limitaciones en la generación de volumen, falta de asociatividad y problemas para acceder a mercados externos, sin intermediarios.
Y sin resolver estos nudos críticos, Ñuble no podrá aprovechar plenamente su potencial. Clima, suelos, ubicación estratégica y tradición agrícola, no serán suficientes para empujar el desarrollo regional si nuestros emprendedores agrícolas no pueden escalar, distribuir y llegar a nuevos consumidores.
Exportar más es una buena noticia, pero hacerlo con mayor valor, más empleos y más encadenamientos productivos, es el verdadero desafío que tenemos por delante.