Aunque sucia y con menor flujo de personas y carros de lo habitual, Bogotá caminaba a la normalidad este sábado tras el fin de un toque de queda decretado por una ola de violencia que siguió a una multitudinaria protesta contra el gobierno de Iván Duque.
Los ruidos de motocicletas y las aceleraciones empezaban a regresar con el levantamiento de la medida a las 06H00 (11H00 GMT) a la capital colombiana, hogar de más de siete millones de personas que en su gran mayoría se resguardaron desde las 21H00 (02H00 GMT) del viernes por orden del alcalde Enrique Peñalosa, constató AFP.
Incluso ya había visos de los tradicionales problemas de movilidad, con taponamientos de vehículos en varios sectores.
En algunas vías aún se observaban basura desparramada, cenizas de donde hubo hogueras y vidrios de las estaciones o buses del sistema de transporte colectivo que de a poco empezaba a retomar su actividad tras paralizarse la víspera por ataques de lo que las autoridades señalaron como “vándalos”. Personal de limpieza aceleraba labores.
Los “actos de vandalismo”, que en su mayoría ocurrieron en tres zonas populares del sur, se dieron por superados la medianoche del viernes aunque para esa hora el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, reportaba un cumplimiento del 90% de la orden de restricción.
Cerca de 13.000 policías y militares custodiaron la urbe.
Cientos de personas desafiaron la orden de resguardo al protestar al frente de la residencia privada de Duque la noche del viernes aunque se retiraron sin alteraciones poco más de una hora después de empezado el toque. La policía reportó situaciones similares en otros nueve puntos.
Algunas universidades abrieron sus aulas para que estudiantes pasaran la noche ante la imposibilidad de conseguir transporte. El comercio cerró desde la tarde y era difícil adquirir víveres.
Los responsables de los saqueos y ataques a estructuras del viernes, que provocó una declaratoria inédita desde 1977, cuando también ocurrió un gran paro nacional, no eran claros.
Peñalosa, quien aún no daba el balance oficial, no la relacionó directamente con las masivas protestas del jueves que agruparon a amplios sectores con diversos reclamos contra el gobierno derechista de Duque, quien cumple poco más de quince meses en el poder.
“Esto no es un paro, ni es una marcha democrática, ni un cacerolazo. Estamos enfrentando una minoría de delincuentes destruyendo la ciudad”, aseguró.
Para el analista de seguridad Hugo Acero, los altercados estuvieron asociados a “hechos vandálicos”. “Se han dedicado en algunos casos a vandalizar o a asaltar y robar mercancías en algunos establecimientos mercantiles, esos no son hechos de una protesta social”, afirmó.
Aunque en varios puntos de la urbe manifestantes protagonizaron a lo largo del viernes marchas y cacerolas contra el presidente, que afrontó dos días antes la mayor protesta de los últimos tiempos, la mayoría fueron pacíficas.