Vivimos una paradoja

Señor Director:
Vivimos una paradoja: nuestras instituciones hacen más que nunca, pero muchas veces sin sentido. El Estado no puede seguir funcionando en modo “cumpli-miento”. La educación no puede medir calidad solo por cobertura. La salud no puede reducirse a listas de espera. Y el trabajo no puede seguir ignorando la salud mental de quienes sostienen el sistema.
El “cumpli-miento”, como bien ha dicho Frei Betto, es hacer por cumplir, pero sin presencia, sin propósito. Se hace, pero se miente. Y esa lógica ha colonizado la gestión pública, donde lo técnico eclipsa lo humano. La Organización Mundial de la Salud ha advertido que humanizar no solo mejora resultados: también ahorra costos y restaura la confianza. Entonces, ¿por qué seguimos administrando urgencias sin detenernos a pensar?
Es tiempo de recuperar lo esencial: el sentido del servicio público. Urge preguntarnos, desde la política hasta la sala de clases: ¿estamos cuidando personas o simplemente rindiendo cuentas? Ignorar esa pregunta es seguir repitiendo una lógica que agota, desconecta y enferma.
Óscar Flórez Suárez
Académico UDP