Violencia y educación

Señor Director:
Quizás el mayor desafío de la educación en Chile es la violencia, no sólo entre personas, sino que también aquella con motivos políticos.
El escenario es grave, pero no habrá soluciones si antes no concordamos en los valores mínimos en que debe sustentarse la educación. Propongo 3 pilares sin los cuales, a mi juicio, educar es inviable:
La violencia no es un medio legítimo para reivindicación alguna. Si nuestros jóvenes creen que la violencia vale para ciertos fines, nada podrá circunscribirla y la caja de Pandora será infinita. Ya lo hemos visto.
El colegio no es una polis. La comunidad escolar no es una agrupación de iguales que deliberan y deciden sobre el horizonte común. Se requiere distinguir entre quienes saben algo y pueden enseñarlo, y quienes no saben y necesitan aprender. Esto no sólo implica una jerarquía, sino que también funciones diferentes: enseñar y aprender.
La responsabilidad de la educación de nuestros niños y adolescentes es de los adultos que los tienen a su cargo: padres y profesores en primer lugar; familias y equipos educativos luego, y; finalmente, la ciudadanía adulta. Si los jóvenes creen que son responsables de construir su propia educación, los adultos habremos renunciado a la responsabilidad de educarlos. En vez de mostrarles las lecciones que la vida nos ha dado, entregaremos a la sociedad a jóvenes sin marcos de referencia para distinguir lo que es legítimo del mero voluntarismo.
El lector podrá evaluar otros principios, pero sirvan estas líneas para abrir un debate que hoy no parece importante. A Chile le urge relegitimar cuestiones básicas de la vida en común, y la primera de todas es sobre cómo educar a nuestros jóvenes.
Marcelo Estrella Riquelme
Director Observatorio Social Universidad del Alba