Violencia y criminalidad
Señor Director:
Resulta fundamental replantear el lenguaje que utilizamos para describir los fenómenos de violencia y criminali-
dad que padece nuestro país. La noción de “balaceras”, empleada popularmente, se ha vuelto simplista, insuficiente y
reductiva. En países que ya han transitado por esta cruda realidad los términos se han readecuado y son más precisos
en su abordaje. La violencia en Chile ha evolucionado hacia un escenario de confrontaciones armadas entre grupos
criminales que se asemejan a conflictos bélicos de mediana intensidad, que, aunque todavía atomizados, se pueden
denominar como guerras civiles urbanas.
Las ciudades que se convierten en campos de batalla, con uso rutinario de armas de fuego y con víctimas cada vez
más numerosas y daños colaterales hacia la audiencia nacional, nos aproxima a conflictos propios de la guerra civil
urbana, donde los tiroteos son símbolos de la transformación de los conflictos, con entrenamiento, radicalidad, tácticas
y logísticas similares a la de un conflicto bélico. Las teorías del conflicto sugieren que cuando un Estado no puede ejercer
control sobre su territorio, las organizaciones criminales llenan ese vacío, estableciendo una gobernanza criminal que
dicta sus propias reglas (como cerrar recintos de salud) y sistemas de justicia (como ajusticiamiento en la vía pública).
Esto es evidente en varias comunas chilenas, donde existe un estado de guerra declarado entre grupos rivales y las
autoridades están, ya sea en la inacción o en la minimización del problema.
Roberto Lagos Flores, Cientista Político
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