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Más de 900 organizaciones territoriales y funcionales existen actualmente en Chillán y se estima que a fin de año ese número llegará a las mil, lo que constituye todo un récord a nivel local en materia de asociatividad comunitaria.
Según la Dirección de Desarrollo Comunitario de la Municipalidad de Chillán, hay cerca de 200 juntas de vecinos activas, legalmente constituidas, y más de 700 organizaciones funcionales dentro de los cuales están los comités de adelanto y desarrollo y organizaciones con diferentes focos y objetivos, como son las personas mayores, el deporte y la cultura, entre otras actividades que tienen alta convocatoria, además de una problemática actual que convoca transversalmente a la ciudadanía, como es la delincuencia.
En términos generales, se puede apreciar una representación de diversos intereses, lo que en todo caso no impide la contaminación con objetivos y estrategias electorales de corto plazo, y el clientelismo que es siempre una amenaza a la virtud de la asociatividad comunitaria y al involucramiento del ciudadano común y corriente en el crecimiento y desarrollo de su ciudad.
Es lo que en ciencia política se conoce como capital social, que está conformado por el nivel de participación política y social que tienen las personas, así como por la confianza, tanto en instituciones como respecto de los demás individuos. La relación entre capital social, crecimiento y desarrollo es muy importante, ya que mientras más capital social exista, la sociedad es capaz de crecer en diferentes aspectos, incluido el económico.
Por otra parte, a mayor capital social menor corrupción. El caso led, por ejemplo, que constituye el más grande episodio de corrupción en la historia del municipio local; o el caso cuentas corrientes que tiene presos a los exalcaldes de Bulnes. Ñiquén y San Ignacio, probablemente se habría evitado si la ciudadanía -a través de quienes la representaban- hubieran ejercido debidamente sus funciones fiscalizadoras.
En todo el mundo hay un proceso de transformación de la sociedad civil en actor central para el hallazgo de soluciones a muchos de los grandes problemas que nos acosan, y por lo mismo, es deseable que en el nivel local también exista un compromiso por fortalecer las capacidades de la ciudadanía organizada.
Es el rol que deberían cumplir los municipios, pero que no siempre se cumple por la mediocridad de los propios integrantes de los gobiernos locales, que se preocupan más de acallar la voz de los líderes comunitarios, pues temen que se conviertan en competidores políticos. Y tanto no se equivocan, pues la independencia política de los líderes comunitarios también es una virtud bastante difícil de encontrar.
El gran desafío que hoy tienen las democracias locales es precisamente erradicar el clientelismo político y buscar las formas más eficaces de complemento entre la responsabilidad de la decisión que tienen los representantes con las nuevas formas de participación en la decisión que demandan los ciudadanos, lo cual implica compartir espacios de decisión en diferentes temáticas municipales.