Silencio visual en Chillán: segunda vuelta dejó atrás las palomas

Chillán vive una segunda vuelta Presidencial marcada por un inusual silencio visual.
Los bandejones, avenidas y rotondas que históricamente se convertían en vitrinas de rostros y colores partidarios hoy permanecen limpios, casi desnudos. La postal sorprende a vecinos, pero para los especialistas refleja un cambio estructural: la competencia electoral ya no se juega en la calle, sino en el ecosistema digital, donde la segmentación es más precisa, más barata y más rápida.
Sin embargo, no sucedió así para la primera vuelta. Las calles de las comunas de Ñuble se llenaron de la tradicional herramienta de campaña, principalmente, de las candidaturas a diputado(a), dejando en un segundo plano la contienda Presidencial en las calles.
Para la especialista en marketing político Paulina Pinchart, el declive de las palomas no corresponde a una moda, sino a una transición profunda en la forma de comunicar política.
Las redes sociales -plataformas ágiles, medibles y capaces de llegar uno a uno- redujeron la utilidad de un soporte que, además, enfrenta crecientes objeciones ambientales.
“Como sociedad hemos ido integrando la necesidad de cuidar el entorno, y eso también empuja a que se instalen menos estructuras”, afirma. Añade que el formato persiste solo para un grupo muy específico: adultos mayores con menor familiaridad digital, quienes aún buscan señales visuales tradicionales para orientarse. Pero incluso allí, dice, la información que entrega una paloma es mínima y poco determinante.
Inversión pierde justificación
El experto electoral, Rodrigo Landa, complementa el análisis desde la perspectiva estratégica: la visibilidad pública de los presidenciables ya es tan alta que el margen de ganancia atribuible a las palomas es prácticamente nulo.
“A estas alturas el elector es inelástico: no cambia su preferencia por ver más o menos palomas”, sostiene.
La inversión pierde justificación económica, sobre todo en una fase donde los comandos destinan recursos a debates, franja y contenidos digitales con retorno medible en tiempo real.
A ello se suma un aspecto logístico: los comandos presidenciales, más amplios y heterogéneos, tienen mayores dificultades para coordinar despliegues físicos consistentes en regiones.
Landa recuerda que el trabajo territorial depende de equipos locales articulados, algo más frecuente en campañas parlamentarias que en estrategias nacionales centralizadas.
Con este cuadro, Chillán parece adelantar un fenómeno nacional: la retirada progresiva de las palomas como símbolo electoral. Un paisaje urbano despejado que, más que una ausencia, marca el inicio de una nueva forma de disputar votos.