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Rol municipal en el desarrollo económico

La proximidad física e interacción inmediata entre los actores públicos y privados, en el caso de los municipios -más que en los ámbitos nacional o regional- los vuelve muy relevantes por su potencial para crear oportunidades de inversión y crecimiento económico local.

Los gobiernos locales deberían manejar información acerca de quién desearía vivir y trabajar en su comuna, bajo qué condiciones y con qué expectativas, de modo de poder ofrecer al sector privado un espacio territorial propicio para habitar, invertir y crecer. Sin embargo, en la actualidad, pocos municipios de la región pueden articular una visión estratégica de lo que se proponen ser en los próximos diez o quince años. Todos desean prosperidad y trabajos de más calidad que suban los ingresos reales de los habitantes de su comuna, pero en la práctica no logran pasar de las buenas intenciones y los discursos.

Así ha sido durante décadas y continúa siéndolo. El último informe del Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) realizado por la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) y la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), lo deja claro. En Ñuble, las tres comunas más grandes en población, es decir Chillán, Chillán Viejo y San Carlos, muestran deficientes resultados en condiciones laborales, inversiones y ambiente de negocios, mientras que en todas las demás sus economías locales, dominadas por un par de actividades o negocios, generalmente asociados a la agricultura y a la industria forestal, están bastante deprimidas.

Ahí es donde se espera que los gobiernos comunales interactúen con otros actores estratégicos promoviendo la construcción de espacios territoriales competitivos que favorezcan el desarrollo a largo plazo.

¿Cómo hacerlo?

Lo primero es contar con liderazgos locales capaces de leer las demandas de una ciudadanía que está mucho más empoderada y de plantear nuevos modelos de gestión para mejorar la calidad de los servicios municipales, incorporando buenas prácticas en materias de participación y transparencia, pero también haciéndose cargo de problemas no menores en materia de planificación, que tal vez no resultan tan evidentes, porque no son obras visibles, pero que corresponden a lineamientos estratégicos claves para el desarrollo a mediano y largo plazo. Y en segundo lugar, es clave utilizar las herramientas que las leyes municipales y de urbanismo dispone para -por ejemplo- facilitar a las empresas el acceso a servicios e insumos que fortalezcan su posición en el mercado, o les ayuden a mejorar su productividad y competitividad.

Para cumplir este rol, obviamente, se requiere mejorar la gestión de las municipalidades, un viejo problema que continúa siendo una de las principales barreras para este objetivo de sinergia público-privada. Parte de la explicación está en el pago de favores políticos y la contratación de personas poco capacitadas, y por lo mismo es tan necesario profesionalizar la gestión municipal y contar con autoridades con visión estratégica y funcionarios honestos y competentes.

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