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Señor Director:
En el año 2023 el académico David Gallagher afirmó que “la derecha chilena tendría que ser muy inepta para no ganar la presidencial en 2025”. Uno podría pensar, a la luz de la evidencia y lo que ha sido el gobierno de Gabriel Boric, que la oposición tendría la próxima presidencial prácticamente asegurada, pero esto no es así. Lo anterior porque la derecha chilena ha demostrado en incontables veces ser torpe en lo que al quehacer político se refiere. Porque mientras el oficialismo ya está ultimando lo que será su partido único y valoran la unidad, la oposición está más preocupada de sus respectivos feudos en vez de propiciar espacios y diálogos orientados a un gran acuerdo político electoral que les permita no sólo tener un buen desempeño en las próximas municipales, sino también de cara al año 2025. Lo que se juega Chile no es poco: por un lado es un camino de más incertidumbre y pobreza o bien la incipiente recuperación de quienes alguna vez fueron conocidos como los “jaguares” de latinoamérica. Destruir no cuesta nada, esto ya lo vivimos en el 2019. Pero construir y avanzar no sólo toma tiempo y recursos, sino también requiere voluntad. La oposición no puede seguir dando palos de ciego y necesita no sólo convocar buenos liderazgos, sino también mejores personas, gente capacitada para asumir los desafíos que la nación demanda. De lo contrario, una vez más, veremos como la izquierda, que sí tiene vocación de poder y le fascinan los recursos públicos, estará en el poder con el consiguiente costo para el país y sus habitantes.
El tiempo se agotó y ya es momento de tomar decisiones en pos de un bien superior. Porque el adversario político no da tregua y, a diferencia de la derecha, sí sabe cómo ganar en política.
Rodrigo Durán Guzmán