Un antiguo anhelo de los habitantes de la región de Ñuble es contar con una conexión internacional directa con el vecino país, iniciativa que representa una oportunidad de desarrollo para la comuna de San Fabián y respecto de la cual también existe entusiasmo en la provincia de Neuquén, la que contaría con un acceso expedito a las costas de Ñuble y del Bío Bío, distantes a 250 kilómetros de dicha provincia, bastante menos que los mil kilómetros que la separan del océano Atlántico.
Actualmente, los pasos más cercanos son el Pichachén, en Antuco, que no está pavimentado y opera durante el verano; y el paso Pehuenche, en San Clemente, Región del Maule, cuya pavimentación le permite funcionar durante todo el año.
El paso fronterizo Minas-Ñuble (también conocido como Salitre-Lumabia) fue abierto por primera vez en forma oficial en 1872 y funcionó hasta la década de los setenta, cuando fue cerrado debido a la propagación de la fiebre aftosa, que amenazaba el ganado vacuno chileno, aunque algunos señalan que la razón radicó en los problemas fronterizos con Argentina.
En la última década se ha logrado su reapertura ocasional, lo que ha permitido concretar los viajes de hermanamiento de delegaciones chilenas y argentinas que cruzan en ambas direcciones, y este año se dio un nuevo paso, ya que el pasado 9 de enero, el Servicio Nacional de Aduanas autorizó su habilitación durante todo el verano.
Conviene precisar, sin embargo, que de los 81 kilómetros que hay entre San Fabián y la frontera, 55 kilómetros corresponden a un camino de ripio apto para vehículos y 26 kilómetros son huella de herradura. Se da por sentado que habilitar este paso favorecería el comercio y el turismo, donde no solo se vería beneficiada la comuna de San Fabián de Alico, sino que a la región en su conjunto, por lo que se valora la iniciativa y el entusiasmo de éste y otros esfuerzos por promocionar la idea, pero a la luz de los hechos, donde los recursos de la nueva región serán destinados a distintas postergaciones en materia de infraestructura, conviene ser realistas.
Lo anterior supone avanzar por etapas, haciendo una planificación a largo plazo que permita definir una hoja de ruta para la habilitación permanente del paso y metas de avances que puedan ser conocidas por todos y debidamente controladas. Lo primero, que era la reapertura durante el verano, se logró; ahora viene construir un camino al menos de ripio para un trazado que presente las menores dificultades posibles, y finalmente, la pavimentación.
Pensar en un paso internacional debidamente habilitado en San Fabián quizás se ve como algo lejano, pero en la medida que exista la voluntad política, ese horizonte temporal se acortará y estaremos más cerca de concretarlo. La región de Ñuble reclama una visión superadora y éste sería un magnífico ejemplo de ese compromiso.