Parques eólicos

La Comisión de Evaluación Ambiental de Ñuble aprobó por unanimidad el proyecto Parque Eólico Los Coihues, en El Carmen, una de las inversiones más grandes proyectadas en la región: US$470 millones, 47 aerogeneradores y una capacidad de 338,4 MW.
El proyecto de la empresa Hy2Wind SpA, surgida de la alianza entre la chilena Aaktei y la uruguaya Hynewgen, tardó 19 meses en lograr la aprobación de su Estudio de Impacto Ambiental, tras cuatro extensiones de plazo y dos adendas. La envergadura de Los Coihues lo convierte en el segundo parque eólico más grande en carpeta en Ñuble, después de El Sauzal, y consolida una tendencia: ya son seis los proyectos eólicos aprobados en la región, tres se encuentran en evaluación y otros 16 avanzan en etapa de diseño. Ñuble, con su geografía ventajosa y su creciente infraestructura de transmisión, se proyecta como un actor relevante en la matriz energética nacional.
Sin embargo, las cifras y la promesa de generación limpia no bastan. La Encuesta Barómetro Regional Ñuble 2024-2025, presentada ayer por el Centro de Estudios Ñuble de la Universidad del Bío-Bío, refleja que la ciudadanía está mirando con recelo este tipo de proyectos. El 48,3% de los encuestados declaró preocupación por la alteración del paisaje y el deterioro del patrimonio natural y un 19,1% mencionó la instalación o funcionamiento de centrales eléctricas. Al consultar por los conflictos socioambientales de mayor impacto en la calidad de vida, la contaminación ocupa el primer lugar (25,3%) y los proyectos energéticos el segundo (18,3%).
Este trasfondo social no puede ser ignorado. Lo ocurrido en distintas comunas con la instalación masiva de plantas fotovoltaicas en suelos agrícolas, así como el despliegue de torres eólicas y líneas de transmisión, reclaman una planificación territorial clara y consensuada, capaz de compatibilizar la llegada de inversiones estratégicas con la protección de la agricultura, la agroindustria y el turismo.
Ñuble no puede renunciar a la diversificación de su economía. Con salarios más bajos que el promedio nacional y una de las tasas de desempleo más altas del país, urge ampliar las oportunidades de inversión. Pero tampoco puede aceptar un modelo que degrade los suelos más fértiles de Chile central, ni que erosione su identidad cultural y paisajística, la misma que hoy explica el arraigo del 71,5% de los habitantes que no quiere irse a vivir a otro lugar, según el mismo Barómetro Regional.
El desafío, por tanto, no está en decir “sí” o “no” a la inversión, sino en definir reglas claras, transparentes y firmes sobre el uso del territorio. No hacerlo equivale a hipotecar la mayor riqueza de Ñuble: sus recursos naturales. Esta definición no puede quedar atrapada en la burocracia ni en la lógica del caso a caso, sino transformarse en una política regional que dé certezas tanto a los inversionistas como a las comunidades.
La aprobación de Los Coihues debe leerse como una oportunidad, porque muestra que Ñuble puede albergar proyectos de escala internacional, pero la existencia de otros 25 proyectos eólicos en carpeta también debería motivar una planificación estratégica en esta materia que no solo priorice la atracción de inversiones, sino también la sustentabilidad y la equidad territorial.