La encuesta “Pulso de la economía en la región de Ñuble”, aplicada a fines de noviembre por la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad del Bío-Bío (FACE UBB) en conjunto con CorÑuble, mostró una fuerte caída del optimismo económico en la región, en comparación con la última medición realizada en mayo pasado, fenómeno que se atribuyó en gran parte al efecto del movimiento social de las últimas siete semanas.
Es así como aquellos que piensan que la situación económica del país será mejor en un año descendieron desde 31,8% a 26,4%, mientras que aquellos que creen que será peor aumentaron de 28,6% a 36,1%. Consultados por la situación económica en Ñuble, los optimistas siguen siendo mayoría, pero descendieron desde 54,9% a 41,8%, y por el contrario, los pesimistas experimentaron un fuerte incremento desde 9,5% a 31,8%.
Y si bien un 42,9% piensa que el ingreso de su hogar subirá en los próximos 12 meses, este resultado fue menor al de mayo (48,7%). En esa línea, aumentaron los que piensan que no hay oportunidades de encontrar empleo en los próximos seis meses, desde 29% a 51,1%. Y probablemente el dato más revelador es que un 63,3% reconoce un alto o moderado temor a perder el trabajo, lo que contrasta con el 38,5% de la anterior medición.
Afortunadamente, y pese a la abundante información negativa sobre el desempeño de la economía y sus proyecciones, aún existe un considerable número de ñublensinos que se mantienen optimistas, en buena medida gracias al menor nivel de violencia observado durante el estallido social en la región en comparación con Santiago y Concepción, por ejemplo. De hecho, un 59,7% afirma que su lugar de trabajo no se vio afectado por las movilizaciones y un 18,5% reconoce que sí, pero que se podrá sobrellevar, mientras que apenas un 4,8% estima que la empresa podría quebrar o que peligra su empleo.
Este optimismo, que es previo a la crisis, responde en parte a las expectativas que se generaron por la creación de la región, proceso que aún no ha generado todos los beneficios que se esperaban, pero que ha favorecido una mayor cercanía entre las instituciones públicas y las personas.
La economía se mueve por las expectativas de los agentes, por lo tanto, en la medida que sean optimistas, las personas tenderán a consumir y a endeudarse más, y las empresas, a invertir y producir más, lo que dinamiza el ciclo económico. Por el contrario, el pesimismo lleva a postergar inversiones y decisiones de consumo, lo que reduce el crecimiento.
Por lo anterior, en esta etapa es clave que las autoridades políticas sean capaces de avanzar con celeridad en el logro de acuerdos, de manera de reducir la incertidumbre, y contribuir así a recuperar los niveles de inversión y crecimiento previos al estallido.
En el caso particular de Ñuble, el alza del dólar, el mejoramiento de las perspectivas de la economía mundial y el dinamismo de sectores con marcada estacionalidad, es una oportunidad para capear de mejor manera la desaceleración económica que se proyecta y sus consecuencias en el empleo, sin embargo, ello no dependerá solo de las expectativas y del esfuerzo de los ñublensinos, sino que también de la capacidad de los chilenos de avanzar hacia el logro de acuerdos, el restablecimiento del orden y la reducción de la incertidumbre.