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Modernización del transporte público

En los últimos dos años, el transporte público en la intercomuna Chillán-Chillán Viejo ha experimentado importantes cambios en un proceso de modernización que busca mejorar la calidad del servicio mediante la incorporación de tecnología, particularmente en el transporte mayor o taxibuses.

La implementación del pago electrónico del pasaje, a través de tarjetas de prepago o con el teléfono celular; así como la habilitación de una aplicación que permite conocer los recorridos y frecuencias de las líneas, representan saltos importantes en este proceso de modernización, de hecho, Chillán fue la primera ciudad del país, después de Santiago, en adoptar el pago sin contacto, en enero de 2024.

En ese sentido, la eliminación del pago con efectivo es destacada como un avance tanto por conductores, como por pasajeros, empresarios del transporte y autoridades, puesto que ha contribuido a evitar asaltos al interior de los buses, a minimizar la evasión e, incluso, a reducir los tiempos de viaje, una de las demandas más sentidas de los usuarios.

Otro hito en este proceso lo constituyó, en enero del presente año, la habilitación del pago con tarjetas bancarias, una experiencia inédita en el país, que en su cuarto mes de implementación concentró el 8,8% de las validaciones, lo que ha permitido ampliar el universo de usuarios, incorporando a aquellos chillanejos que no cuentan con la tarjeta “Chillán Conectado” y a quienes están de visita en la ciudad.

Vale destacar que estas iniciativas se han materializado gracias al trabajo conjunto del sector público y el privado, con roles clave del Ministerio de Transportes, de la Asociación de Dueños de Taxibuses de Chillán y de los conductores de las más de 300 máquinas que reúne el gremio.

Precisamente, esta semana, la Seremi de Transportes entregó $465 millones a la Municipalidad de Chillán para la ejecución de un proyecto de recambio de 23 paraderos en el centro, que contarán con modernos letreros y, en una primera etapa, en 13 de ellos se instalarán pantallas informativas, lo que permitirá mejorar la experiencia de los usuarios, que podrán saber cuánto falta para que pase “la micro”.

No obstante estos logros, hay desafíos aún más grandes que enfrenta este rubro, como la reducción de los tiempos de viaje y la renovación de las máquinas, lo que exige, por un lado, un trabajo de planificación serio de parte de organismos como el municipio y la cartera de Transportes, que considere la habilitación de corredores exclusivos y la modificación de recorridos poco eficientes; y por otro, la inyección de recursos públicos para elevar el estándar de arterias críticas y para la adquisición de nuevos taxibuses eléctricos, tal como se ha hecho en Santiago.

Lo anterior lleva a plantear la necesidad de contar efectivamente con el financiamiento prometido por el Fondo de Apoyo Regional, conocido comúnmente como el fondo “espejo” del Transantiago, cuya utilización se ha desvirtuado con el paso de los años, empleándose para fines distintos a los establecidos en la ley. Por ello cobra especial relevancia la modificación de este cuerpo legal, que comenzó a regir este año, la cual establece la obligación de gastar, al menos el 50% de esos recursos, en iniciativas que beneficien e impacten sobre el transporte público.

Afortunadamente, existe la voluntad a nivel local, tanto pública como privada, de trabajar en conjunto para continuar avanzando en el mejoramiento de la calidad del transporte público en la intercomuna.

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