Manipulación

Señor Director:
La conducta observada por la señora Cariola es, al menos, poco decorosa. Comparecer a la Cámara con su guagua para enfrentar legítimos cuestionamientos por sus actuaciones y el opaco financiamiento de sus campañas, es un modo de proceder que, normalmente, debiera provocar turbación, enfado o malestar a la ciudadanía, puesto que, a todas luces, es una forma burda de manipulación. Cabe preguntarse, ¿qué tiene que ver esa criatura de pocos días de vida, y por lo mismo absolutamente inocente y merecedora de todos los cuidados y solicitudes, con los problemas políticos y eventualmente judiciales en que podría estar envuelta su madre? Obviamente, nada. A título de qué, entonces, llevarla al Congreso y exhibirla sin el menor recato ante la asamblea y los medios de comunicación, para defenderse de cuestiones propias de la política más pedestre, ramplona y ordinaria.
Este espectáculo, de suyo chocante, tiene una dimensión más complicada. Esta tiene que ver con el hecho de que el principio fundamental en que descansa el derecho y la jurisdicción de familia, es precisamente el interés superior del niño, según lo establece nuestro ordenamiento, en plena concordancia con lo preceptuado en la Convención Internacional de los Derechos del Niño, de la cual nuestro país es signatario. Nadie ha reparado en este aspecto, ni siquiera la madre de la criatura, por cierto, quizá por desconocimiento, tal vez por complacencia, o bien por estrechas y toscas consideraciones políticas. No se puede utilizar, como lo ha hecho Cariola, a una criatura recién nacida para intentar condicionar en su favor al Congreso, el Ministerio Público, los medios de comunicación y, en definitiva, la opinión pública.
Gustavo Adolfo Cárdenas Ortega
Abogado