La suerte del primer ministro iraquí, Adel Abdel Mahdi, estaba este miércoles en manos del Parlamento, que negocia su dimisión, mientras que manifestantes reclaman la “caída del régimen” tras 240 muertos que deja la violencia en las protestas.
Concentrados en la plaza Tahrir de Bagdad y en varias ciudades del sur, los manifestantes han desafiado el toque de queda en las últimas dos noches, y vigilan las maniobras políticas, advirtiendo que sólo aceptarán la salida del gobierno.
En la noche, el jefe de los paramilitares de Hachd al Shaabi en el Parlamento, Hadi al Ameri, que hasta entonces había apoyado a Abdel Mahdi, dijo aceptar “trabajar” con el influyente líder chiíta Moqtada Sadr, quien reclama desde inicios de octubre la dimisión del gobierno, que había ayudado a formar hace un año.
El miércoles, Sadr instó a Al Ameri a actuar, so pena de “transformar Irak en Siria o en Yemen”, donde las protestas contra el gobierno desencadenaron una guerra civil.