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La voz de la memoria en Chillán y símbolo de una lucha que no termina

Con más de 90 años y una vida marcada por la búsqueda incesante de justicia, Rosario Peña Espinoza es un símbolo de resistencia y memoria en Chillán.

Presidenta histórica de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de la ciudad, su nombre está indisolublemente ligado a la lucha por los derechos humanos y por el recuerdo de quienes fueron arrancados de sus hogares durante la dictadura cívico-militar.

En 1973, su vida cambió para siempre tras la detención de su marido, el zapatero Leopoldo López, cuyo paradero aún desconoce. Desde entonces, ha dedicado más de medio siglo a buscar la verdad y a sostener la memoria colectiva frente al olvido.

Durante años encabezó la agrupación local, convirtiéndose en referente nacional e internacional, viajando a Santiago, Valparaíso, Argentina y participando en protestas, huelgas de hambre y denuncias públicas, incluso en plena dictadura.

“No eran solo nuestros desaparecidos, eran de todos”, solía decir.

“Los recuerdos no han muerto”

En una de sus últimas entrevistas a LA DISCUSIÓN, Rosario confesaba que el dolor de la ausencia sigue intacto, pero que la memoria permanece viva.

“Estos recuerdos no han muerto, están dormidos, pero de repente despertamos al drama que pasamos”, decía con entereza.

En 2023, al cumplirse 50 años del golpe, la Municipalidad de Chillán, en el marco del aniversario de la ciudad, la distinguió como Ciudadana Destacada, un reconocimiento profundamente merecido para quien, como ella misma reconoce, “fue la cabeza de hacer esta denuncia a nivel mundial”.

Aunque hoy su salud la mantiene alejada de la escena pública, Rosario Peña sigue siendo una testigo viva de la deuda pendiente del país con los suyos. Su legado se alza en memoriales, flores lanzadas al río y, sobre todo, en la convicción de que recordar es una forma de justicia.

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