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Este fin de semana se está desarrollando en Chillán una nueva versión de la Fiesta de la Longaniza en donde el producto estrella de los tres días de celebración es el embutido de cerdo de fama mundial.
“Es preciso hartarse con longaniza chillaneja” recitaba Pablo de Rokha en 1949 cuando escribió “Epopeya de las comidas y bebidas de Chile”, recordando que su producción se remonta en la zona al tiempo de La Colonia cuando fueron promovidas por los españoles. En España se preparaban con carne de cerdo e ingredientes como el pimentón, algo escaso en nuestro país, por lo que la receta fue variando hasta llegar a lo que conocemos en nuestros días.
Pero a comienzos del siglo XX fue cuando algunas familias comenzaron a establecerse de forma más permanente y hay dos ejemplos de esto. Cecinas Villablanca comenzó en el 1900, cuando José Luis Villablanca Troncoso llegó de Pinto para trabajar con un francés avecindado en Chillán. Se trataba de Francisco Chessnel, quien había abierto una fábrica de cecinas artesanal donde los principales productos que se elaboraban eran chorizos, arrollados, quesos de cabeza, chuletas y costillares. La fábrica se ubicó en las esquinas de Yerbas Buenas con Cocharcas. Chessnel murió en 1930 y Villablanca continuó trabajando hasta que se independizó en 1935, dando inicio a la tradición familiar.
Cecinas Bengoa es otra de las reconocidas cecinerías de la zona. La historia narra que Eloy Serrano Ubis llegó a Chile procedente de Castilla en 1910 y se instaló en Bulnes. Diez años más tarde haría lo propio en Chillán, específicamente en Avenida Collín. “Fueron famosos los chorizos de tipo riojano que se fabricaban con pimentón español con la marca El Serrano, como se conocieron en muchas ciudades del país. El costo del pimentón importado sugirió la idea de fabricar un chorizo para venta más inmediata y fresca que se vendió con mucho éxito en Santiago, donde lo denominaron longaniza de Chillán”, cuenta la propia historia de Cecinas Bengoa.
Luego de Eloy ingresarían al negocio su hijo Marcelino y Victoriano Bengoa Goitía, quien había llegado a Chillán desde Oñate a inicios de la década de los cincuenta.
Tradición cecinera
Cecinas Figueroa es una de las empresas que está trabajando por estos días en la Fiesta de la Longaniza. Jimena Figueroa, es hoy quien está a la cabeza de la empresa familiar que comenzó su padre y mucho antes, su abuelo. “Crecí en San Ignacio, con padres campesinos. Ahí comenzó el gusto por producir cecinas, desde criar el cerdo hasta preparar longaniza, chicharrones, cueros ahumados, las patitas de chancho”, recuerda Jimena quien hoy es técnico en saneamiento ambiental, además de especialista en carnes y embutidos.
Con el tiempo, cuenta a La Discusión Domingo, el negocio familiar comenzó a crecer gracias a programas como Jefas de Hogar o Sercotec y el Premio a la Mujer Emprendedora que le permitió adquirir su fábrica de cecinas, ubicada en Baquedano 1940, en Chillán Viejo. Cuenta que esto le dio ánimo para seguir participando en ferias y festividades que le permitieran dar a conocer su producto.
“Comenzamos trabajando con Raúl Godoy, haciendo el choripán más largo. Lo que fue un sueño, hoy es realidad a través de actividades como esta Fiesta de la Longaniza. Trabajamos en la idea de postular la longaniza al sello de origen y lo logramos como gremio. Hoy nuestras longanizas son preparadas con carne, tocino y tripal de cerdo y ahumadas con humo natural de roble”, precisa.
Y como cada año se ha hecho una tradición, la Municipalidad de Chillán distinguió este 2024 a Héctor Gatica Bao de la Carnicería Don Tito ubicada en el Mercado Municipal de la ciudad, por su aporte al desarrollo de este particular embutido que no solo tiene su sello de origen, sino que también, fama internacional a través de actividades como la desarrollada este fin de semana. La Fiesta de la Longaniza finaliza esta tarde con la presentación de la banda nacional Santa Feria a partir de las 19.00 horas.