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La región que anticipó el giro político: el arrollador triunfo de Kast en Ñuble

El triunfo de José Antonio Kast en la elección presidencial de 2025 fue, sin duda, el hecho político más relevante del año a nivel nacional, pero en la Región de Ñuble adquirió un significado particular. No solo porque el candidato de derecha obtuvo uno de sus mejores resultados porcentuales en el país, sino porque la región se transformó en un símbolo del cambio de ciclo político que marcó el proceso electoral.

Con casi el 70% de los votos válidamente emitidos en la segunda vuelta -superando con holgura el promedio nacional-, Kast se impuso en las 21 comunas de Ñuble, con diferencias especialmente amplias en sectores rurales y comunas intermedias como San Carlos, Bulnes, Yungay y Quirihue. En Chillán, tradicionalmente más competitiva, el resultado también fue claro, confirmando una tendencia que ya se había insinuado en la primera vuelta.

Campaña “crispada”

El camino hacia ese resultado estuvo lejos de ser tranquilo. La campaña presidencial se desarrolló en un clima de alta tensión política, con duros cruces entre comandos, advertencias sobre gobernabilidad y un debate marcado por temas de seguridad, migración y crecimiento económico, asuntos que en Ñuble encontraron terreno fértil. La percepción de inseguridad, la crisis del empleo agrícola estacional y el rezago en infraestructura fueron recurrentemente mencionados en los recorridos territoriales y encuentros ciudadanos.

A ello se sumó un escenario regional marcado por el desgaste de la gestión gubernamental y la fragmentación de la centroizquierda local, que enfrentó el proceso sin una conducción clara ni un relato común.

Durante buena parte del año, dirigentes oficialistas reconocieron dificultades para alinear prioridades entre el nivel central y las urgencias territoriales, lo que terminó debilitando la campaña en comunas clave de la región.

Otro elemento decisivo fue la lectura política que hizo el electorado ñublensino respecto del Congreso y la representación regional. En un año atravesado por negociaciones legislativas complejas y proyectos percibidos como lejanos a la realidad local, el voto presidencial operó también como una señal de advertencia hacia el sistema político, reforzando la idea de un respaldo a liderazgos que prometían cambios más drásticos en la conducción del Estado.

A diferencia de procesos anteriores, la derecha logró en Ñuble una coordinación más eficaz entre partidos, liderazgos locales y comandos comunales. Figuras regionales con trayectoria parlamentaria y exautoridades asumieron un rol activo en la campaña, reforzando el despliegue territorial y la movilización electoral, especialmente en zonas donde históricamente la participación había sido baja.

El resultado también dejó lecturas para el oficialismo y la centroizquierda regional, que no lograron revertir la tendencia pese a intentos de última hora por reposicionar el debate en temas sociales y de descentralización. En Ñuble, esos mensajes no lograron contrapesar una narrativa de orden y estabilidad que caló hondo en el electorado.

Así, el contundente respaldo a José Antonio Kast no solo cerró un año electoral intenso, sino que redefinió el escenario político regional de cara a los desafíos a partir del 11 de marzo de 2026, con una oposición en repliegue y una derecha que, al menos en Ñuble, terminó el año con una inédita sensación de hegemonía electoral.

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