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La oportunidad de primarias

La elección primaria presidencial del oficialismo entrará esta semana en su fase decisiva. El viernes 30 de mayo comenzará el período de propaganda, una etapa clave para que las candidaturas difundan sus propuestas en medios y espacios públicos autorizados. Luego, el 7 de junio, el Servel publicará los locales de votación y la nómina de vocales de mesa. Cabe recordar que en estos comicios el voto es voluntario, no así la función de vocal, que es obligatoria, por lo que acarrea multas no asistir a ejercerla.

el periodo legal de campaña concluirá el 26 de junio, tres días antes de la elección donde los partidos del pacto Unidad por Chile buscarán definir a su carta única entre cuatro nombres: Gonzalo Winter, Jeannette Jara, Carolina Tohá y Jaime Mulet.

Pero más allá de los nombres, lo que está en juego no es solo quién enfrentará a la derecha y ultra derecha en noviembre, sino algo más profundo, la cohesión del bloque de izquierda y su capacidad de despertar interés en una ciudadanía cada vez más distante de la política.

Desde su instauración legal, en 2012, las primarias han demostrado ser más que un simple trámite administrativo. En varias ocasiones, como en los casos de Bachelet (2013), Piñera (2017) o Boric (2021), marcaron el inicio del camino a La Moneda. También han evidenciado, como ocurrió con Joaquín Lavín y Yasna Provoste en 2021, que una mala primaria puede ser el principio del fin.

Hoy, la izquierda enfrenta un escenario complejo. Las encuestas son poco alentadoras: mientras los candidatos de la derecha superan el 50% de apoyo combinado, los oficialistas apenas rozan el 25%.

En Ñuble, donde ya se han autorizado 79 espacios públicos para propaganda -13 en Chillán- el clima ciudadano es tibio, aunque podría cambiar. Esa es al menos la expectativa que hay en el conglomerado de gobierno, donde saben que una alta participación no solo dotaría de mayor legitimidad al proceso, sino también le daría una beneficiosa exposición pública al bloque en general, y a quien resulte vencedor o vencedora.

Sin embargo, alcanzar una votación significativa requiere mucho más que un buen despliegue mediático o un par de videos creativos para la franja televisiva.

El electorado está cansado de las consignas vacías y de los diagnósticos repetidos. Necesita que se hable de lo que importa: en Ñuble, de la seguridad pública, del desempleo, del desarrollo agrícola sustentable, del acceso a la salud, del agua para riego y del futuro energético de la región.

La primaria para elegir al abanderado (a) del progresismo podría aportar a difundir estas prioridades regionales y permitir la entrada de ideas frescas, con anclaje territorial, a las diferentes candidaturas y a sus programas.

La política no se recuperará con discursos, slogans, ni encuestas. Se recuperará si logra volver a representar y a elevar el nivel de la conversación pública. Y para eso, esta elección primaria presidencial de la izquierda podrían ser un punto de partida.

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