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Señor Director:
En las últimas semanas, fuimos testigos de sistemas frontales de magnitudes pocas veces vistas en los últimos 20 años, dejando desbordes de ríos, caídas de árboles y destrucción generalizada, recordándonos a las lluvias de junio de 2002.
El agua que ahora nos inunda es la misma que nos falta durante primavera y verano, cuando las sequías golpean al país. Este ciclo de exceso y escasez es una manifestación clara del cambio climático, que intensifica el ciclo natural del agua. Se espera un aumento del 34% en la frecuencia de sequías entre 2035 y 2065, y un incremento en eventos de tormenta con precipitación sobre lo normal en varios sectores del país. En las ciudades, la situación se agrava por la densidad de edificios y el hormigón, que aumentan la temperatura urbana y reducen la capacidad del suelo para absorber el agua.
Para enfrentar estos desafíos, es crucial adoptar una gestión del agua más sostenible. Aumentar la vegetación en las ciudades, promover prácticas agrícolas sostenibles, mejorar la gestión de embalses y el tratamiento de aguas residuales son pasos fundamentales. Además, es esencial reciclar el agua en procesos industriales, ya que la industria es uno de los mayores consumidores de este recurso. En Chile, el sector agrícola utiliza alrededor del 73% del agua para regar 902,158 hectáreas.
Un ejemplo de gestión eficiente del agua es Singapur, que ha implementado un sistema de reutilización de aguas residuales que cubre el 40% de la demanda de agua del país. En nuestras ciudades, aumentar la vegetación puede reducir la escorrentía y mejorar la absorción del agua. La reforestación con especies endémicas, que absorben mejor el agua que las especies introducidas, puede ayudar a mitigar los efectos de las lluvias intensas.
Una gestión adecuada del agua no solo nos permitirá adaptarnos mejor al cambio climático, sino que también promoverá la equidad y la paz. La colaboración entre comunidades, empresas y autoridades es esencial para construir una cultura del agua sostenible y regenerativa. Solo así podremos transformar nuestra relación con el agua y garantizar un futuro más resiliente para todos.
Alan Fox Arquitecto
Fundación La Ciudad Posible