En la reconversión agrícola que está experimentando Ñuble, el arribo de nuevos inversionistas provenientes de regiones de más al norte es un hecho indesmentible. Los empresarios han visto que producir en la zona central es muy caro, sobre todo por los valores de la tierra, y han comenzado a mirar hacia la zona sur. Aquí hay suelos más baratos, el clima es propicio y tienen posibilidades de riego.
En efecto, la tendencia alcista que ha mostrado el valor del suelo con aptitud agrícola en Ñuble, en la última década, es parte de un fenómeno nacional, duplicándose los precios en las zonas que reúnen las condiciones ideales para las especies más rentables, principalmente berries de exportación.
Igualmente, se constata en Ñuble, sobre todo en los últimos cinco años, que se ha intensificado el interés de grandes empresarios agrícolas por comprar terrenos, la mayoría destinados al desarrollo de proyectos en la agroindustria, que requieren de una mayor producción, donde incluso algunas firmas han optado por comprar terrenos para la integración vertical del proceso productivo.
Por otra parte, la disponibilidad de agua se ha vuelto clave a la hora de definir el valor de una propiedad agrícola. Tanto, que desde hace algunos años los bancos les piden valorizar en forma separada la tierra y el agua, aunque en realidad los precios de cada una no serían los mismos sin contar con la otra. Por eso no es caprichosa la preocupación que gremios agrícolas e instituciones financieras han manifestado acerca del proyecto de reforma al Código de Aguas, que podría complicar la forma en que se valorizan los terrenos.
Precisamente este último punto resulta fundamental para la inversión agrícola, pues como se sabe, una hectárea con seguridad de riego puede costar entre 3 y 5 veces más que una hectárea sin riego, dependiendo de otros factores, como la ubicación, la calidad del suelo, la inversión en tecnificación de riego, el tamaño del predio y el tipo de cultivo que ha tenido, entre otros. Es por ello que la eficiencia en la gestión del agua; los valores asociados a los derechos de riego; el aprovechamiento de fuentes alternativas, como los acuíferos subterráneos; y los proyectos de embalses y sistemas de riego en la zona resultan clave en la definición del curso que seguirán exhibiendo los precios del suelo agrícola.
Ello no solo es positivo para los propietarios y agricultores, sino que para la agricultura en general, ya que en el pasado se observó que grandes empresas forestales adquirieron predios con aptitud agrícola aprovechando la baja rentabilidad de los cultivos tradicionales, lo que en la práctica significó “perder” suelo valioso.
Existe una innegable oportunidad para Ñuble si se aumenta la cobertura y eficiencia del riego y mejora su conectividad, medidas que apreciarán aún más el valor de la tierra y contribuirán al desarrollo de la nueva región como una potencia agroalimentaria.