Individualismo detrás del sueño de lo imposible
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Silicon Valley ha sido fuente inspiradora de muchas de las tendencias actuales en la formación de nuevos emprendedores. La capacidad de la tecnología para resolver problemas del ser humano, ha alimentado la imaginación del individuo para desarrollar aplicaciones tecnológicas que tengan el potencial de cambiar el mundo.
Larry Page y Sergey Brin, de Google; Mark Zuckerberg, de Facebook; Andrés Moreno, de Open English; Evan Spiegel, de Snapchat; Jan Koum, de WhatsApp y Jack Ma, de Alibaba, son algunos de los nuevos rey Midas de la Tecnología aplicada. Este pequeño grupo de personas tienen en común: la juventud (edades entre 29 y 46 años), la virtud de haber hecho realidad sueños que cambiaron el mundo y, por añadidura, la calidad de multimillonarios (patrimonio de decenas de miles de millones de dólares).
¿Somos testigos de una nueva generación de hombres y mujeres capaces de cambiar nuestra sociedad? Es posible, pero cuidado con aquellos emprendedores cuyo sueño supera lo posible.
La norteamericana Elizabeth Holmes, a sus 31 años (en 2016) y con un patrimonio valuado en US$4.700 millones, debutó en la lista de los 400 multimillonarios de Forbes; fue catalogada como la emprendedora billonaria más joven. “Desde el principio me pregunté que podía hacer para cambiar el mundo” fue el argumento para explicar por qué a los 19 años pudo crear la empresa Theranos (liquidada en el año 2018), valuada en el año 2016 en US$9.000 millones. La idea, forjada en Silicon Valley de la mano de la Universidad de Stanford-era un ejemplo más de la nueva generación de emprendedores que revolucionaba el mundo de los negocios a nivel global. Los sueños de su dueña y fundadora, sin embargo, superaban lo posible. Hoy día, acusada de fraude por la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos (SEC) y con un juicio pendiente para el año 2020 donde arriesga 20 años de cárcel, sigue insistiendo que su tecnología es capaz de revolucionar los exámenes de sangre, utilizando para ello solo un par de gotas.
El sueño de cambiar el mundo, exacerba el individualismo y arriesga el patrimonio de muchos incautos que suelen ser seducidos por la ganancia económica que ello significa. Sin embargo, detrás de la intensidad de la luz que emite una estrella, se puede ocultar una supernova (explosión estelar que se produce como conclusión de la etapa final de la vida de dicha estrella).
La cultura del éxito individual esconde la frustración de millones de personas. En este ambiente, muchos hacen suyo el paradigma que, la distancia que separa el sueño de la realidad, se mide a través de la actitud y el empeño individual. Una falacia si se considera que, el desarrollo de las naciones y el avance de la ciencia y la tecnología, ha sido posible gracias al aporte de millones de personas que en forma voluntaria e involuntaria contribuyeron a materializar el sueño de lo posible.