El expresidente estadounidense Donald Trump fue oficialmente imputado por los sucesos ocurridos tras su derrota en las elecciones de 2020, que condujeron al asalto al Capitolio por parte de sus seguidores. Esta acusación formal se suma a la del caso de los pagos a la actriz porno Stormy Daniel y al de los papeles clasificados que se llevó a su residencia de Mar-a-Lago.
Pero, a pesar de estos y los otros casos judiciales que le persiguen, y que podrían acabar llevándole a la cárcel, Trump mantiene su intención de presentarse a las próximas elecciones presidenciales, en 2024.
La campaña para volver a la Casa Blanca estará así salpicada por sus comparecencias judiciales. Aunque legalmente puede hacerlo (podría presentarse incluso ya condenado), las consecuencias políticas son difíciles de prever.
“En cualquier otro político, esto sería poco menos que el final de su carrera política, pero Trump parece ser el Ave Fénix, que renace de sus cenizas, incluso parece salir fortalecido dentro del Partido Republicano”, reconoce, en declaraciones a RNE, José Antonio Gurpegui, catedrático de Estudios Norteamericanos del Instituto Franklin, dependiente de la Universidad de Alcalá de Henares.
Gurpegui advierte, no obstante, de que “las consecuencias derivadas de este caso son significativamente más trascendentes” que las del resto de causas abiertas contra Trump. Se enjuicia el asalto a la sede del Legislativo y el intento de torcer la voluntad popular, y el documento de la acusación habla de “engaño al pueblo americano”. “Vamos a ver hasta qué punto es capaz de resistir y de salir airoso e incluso con un empujón, pero esta es una situación muy seria”, apunta el catedrático.