El 1 de marzo, el recientemente designado presidente de la Corte de Apelaciones de Chillán, ministro Darío Silva, dijo que “hace unos meses me invitaron a la ceremonia de la postura de la primera piedra del Centro de Justicia. La otra vez pasé por ahí de nuevo y todavía no veo la segunda”.
La sarcástica frase cristaliza a la perfección el sinuoso camino que ha pasado la construcción del que ha sido llamado “el edificio más moderno del sur de Chile” y que promete ser un ejemplo de energía limpia, un edificio inteligente que marcará la pauta en la arquitectura estatal del futuro, porque lo cierto es que desde el 2008 que se ha intentado, infructuosamente levantar la esperada obra.
Tras su anuncio ese 2008, el proyecto original se postergó por varias razones.
La primera fue que pese a que estaba listo el diseño, e incluso había una maqueta en el acceso a las dependencias de la Corporación de Administración Judicial de Chillán, el terremoto de 2010 congeló los recursos, los que se destinaron a la reconstrucción del país.
Luego, con fondos del Poder Judicial, se compró el terreno en que oficialmente se erigirá el centro judicial, en la esquina de Vega de Saldías con Yerbas Buenas, y se consiguió que se volviera a licitar el proyecto.
Pero todo volvió a quedar en nada cuando se decidió cambiar el estilo del edificio. Sus formas clásicas, herencias de la arquitectura romana, debían suprimirse y pasar a un diseño moderno y de ingeniería sustentable.
Fue en 2014, entonces, que se presentó el nuevo proyecto que contaba con maqueta virtual.
Se trataba de un “edificio verde” como el de la Clínica Las Condes y no más de 12 ejemplos en el resto de Sudamérica.
La obra incluía celosía vegetal e incluía tecnología de última generación, energía renovable, limpia y sistemas de ventilación de alta eficiencia, en 7.173 metros cuadrados y un costo de $11.007.377.000, lo que representaba casi 5 mil millones más que la obra desechada en 2012.
Pero de nuevo se paralizó el proyecto. Se hizo una nueva licitación y se contrató a una nueva firma de arquitectura.
Esta vez el proyecto ganador fue el de la empresa temucana del arquitecto Alfredo Massmann, quien explicó que el edificio tendrá elementos de construcción naturales de la zona de Ñuble, que tendrá paneles solares, y detalló que en adelante la Corte de Apelaciones, el Tribunal de Familia y los Juzgados de Policía
Local tendrán espacios amplios y tecnología de energía limpia, todo rodeado por áreas verdes y una pileta que promete estar abierta al pública de manera permanente.
La solitaria piedra
Así, la primera piedra la puso el propio ministro de la Corte Suprema, Hugo Dolmetsch, el 20 de diciembre de 2017, quien por su arraigo familiar en Ñuble no quiso dejar en manos de otro ministro “este honor que tanta satisfacción nos trae, porque era una promesa que no quería dejar incumplida”, dijo el juez en la ceremonia a la que asistieron 45 autoridades de Ñuble y Bío Bío.
Se había proyectado plazos de entrega, incluso. Pero todo se volvió a paralizar.
La omisión del proyecto de entibación y el emplazamiento de las pilas de calzado sobre el terreno de uno de los vecinos fue sancionado por el mismo Poder Judicial, y ahora, con el consiguiente reclamo de una de las empresas interesadas, el caso quedó en el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y serán ellos quienes deberán resolver respecto a la demanda.
Nadie en Chillán habla de impaciencia, sin embargo, para el presidente del Colegio de Abogados de Chillán, Nelson Sandoval, “es muy importante que esto se resuelva de una vez por todas, principalmente porque hoy muchos tribunales de la ciudad, como el de Familia o los Civiles, resultan muy incómodos para los usuarios y es bueno que abogados y jueces trabajen en espacios adecuados”.
Desde el Poder Judicial no quisieron referirse al tema.