Unas 100.000 personas tuvieron que abandonar cinco localidades cercanas a Melbourne este lunes mientras la ola de enormes incendios sigue arrasando Australia.
Además un bombero voluntario murió luchando contra las llamas en el interior del país.
Las autoridades de Melbourne, la segunda ciudad más poblada del país, declararon el estado de emergencia por fuego e instaron a los residentes a “actuar inmediatamente para sobrevivir”.
En Bundoora, a 16 kilómetros al norte del centro de la ciudad y sede de los dos principales campuses universitarios de Australia, el fuego “amenazaba viviendas y vidas”, informaron los servicios de emergencia del estado de Victoria.
“Estáis en peligro y hay que actuar inmediatamente para sobrevivir”, dijo la agencia a los residentes en un mensaje.
Los medios locales mostraron imágenes de bomberos sobrevolando barrios residenciales y de familias mojando sus viviendas con agua con la esperanza de poder detener el avance de las llamas.
Se trata de la última declaración de emergencia en Australia en esta devastadora estación de incendios, que se ha visto incrementada por una prolongada sequía y por el cambio climático.
En Nueva Gales del Sur (sureste) un bombero voluntario murió y otros dos sufrieron quemaduras después de más de cinco horas combatiendo el fuego en el suroeste de Sídney, informaron los servicios rurales de incendios.
En total once personas han muerto, más de mil viviendas han quedado arrasadas y más de tres millones de hectáreas (un área más grande que Bélgica) han sido abrasadas.
Las condiciones empeoraron este viernes con fuertes vientos y temperaturas que se dispararon a lo largo del país, alcanzando los 47 grados en algunos estados del oeste y los 40 en todas las regiones, incluso el templado estado insular de Tasmania, en el sur.
Más de doce enormes llamaradas avanzan también descontroladas en el interior, en la región de Gippsland, donde las autoridades dijeron que “varios” de los 30.00 turistas que visitan cada año la zona, han recibido advertencias de evacuación.
Algunos de los incendios son de tal intensidad que cientos de bomberos han tenido que retroceder fuera de la línea de fuego de unos mil kilómetros.
El responsable de lucha contra los incendios de Gippsland, Ben Rankin, consideró que era “peligroso” para los bomberos permanecer en las áreas de matorrales, y calificó la situación de “muy intensa”.