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Figura del “no” a la guerra de Estados Unidos contra Irak, el expresidente Jacques Chirac, fallecido este jueves a los 86 años, será recordado como un político clave de la derecha francesa, popular pese a sus reveses judiciales y amante de la buena vida.
Chirac fue presidente 12 años (el mandatario más longevo en el cargo después de su predecesor socialista, François Mitterrand), dos veces primer ministro, tres veces alcalde de París, creador y líder de partido y ministro en varias ocasiones. Con su muerte se cierra una página de la historia de la derecha francesa y de la V República francesa.
Líder de los detractores de la invasión estadounidense de 2003 contra el Irak gobernado por Sadam Husein, Chirac pasará a la historia como el presidente que plantó cara a Estados Unidos, pero también como el primer exmandatario francés que vivió la deshonra de una condena judicial.
En 2011 fue condenado por un caso de empleos ficticios cuando era alcalde de París (1977-95). Chirac no compareció ante el tribunal por razones de salud, lo que le evitó la humillación de una sentencia ante las cámaras.
Alto, delgado, encantador y amante de la buena vida, su popularidad no dejó de aumentar después de dejar la presidencia, pese a una vida discreta marcada por escasas y breves apariciones públicas. Según un sondeo publicado en abril de 2015, los franceses lo consideraban el presidente “más simpático“, muy por delante de Mitterrand y de Charles de Gaulle.
Chirac sabía hablar ante la ONU, pero se movía como pez en el agua entre las vacas de los agricultores franceses y en eventos multitudinarios, en los que presumía de tener récords estrechando manos.
Para sus amigos y enemigos era un político carismático, hábil y versátil. En cambio, su balance político suscita menos consenso y menos entusiasmo.
Fue él quien autorizó los últimos ensayos nucleares franceses en el Pacífico sur, decisión condenada por las organizaciones ecologistas internacionales.
Bautizado “Supermentiroso” por una emisión televisiva satírica, en la que su marioneta era presentada a veces tomando voluptuosamente un baño en una bañera llena de dinero robado, Chirac fue también el presidente que disolvió la Asamblea Nacional (Cámara Baja) en 1997, una decisión que desembocó en el retorno al poder de la izquierda y le valió fuertes críticas en su propio campo conservador.
Nacido el 29 de noviembre de 1932 en París, hijo único de una familia burguesa, Chirac fue simpatizante comunista en su juventud, con el telón de fondo de la Guerra Fría de los años 50. Firmó el llamamiento de Estocolmo prosoviético contra la bomba atómica. Pero después pasó un año en Estados Unidos y se instaló definitivamente en la derecha.
De regreso a Francia, terminó el recorrido de estudios clásico de las élites francesas en la prestigiosa Escuela Nacional de Administración (ENA) y se casó con una aristócrata, Bernadette Chaudron de Courcel, con la que tuvo dos hijas, una de ellas ya fallecida.
A fines de los años 50, efectuó el servicio militar en Argelia, donde participó en las operaciones militares contra los independentistas, lo cual le valió una medalla del valor militar.
A los 34 años fue elegido diputado de Corrèze (centro). En 1967 pasó a formar parte de uno de los últimos gobiernos del general de Gaulle. Como secretario de Estado del Trabajo, negoció con los sindicatos aumentos salariales en el marco de los disturbios de mayo de 1968. La leyenda dice que acudía armado a las reuniones con el sindicato CGT.