Señor Director:
Es difícil entender la fragmentación de la sociedad, que nos lleva de un extremo a otro del espectro político con gran rapidez. Sorprende ver que hoy las opciones son “estás conmigo o estás contra mí”. Antes se aceptaban ideologías diversas y se respetaban opiniones cuando el interés común estaba en juego.
Actualmente, se visualiza la intransigencia y la radicalización de las posturas políticas. Se busca destruir al que piensa distinto, incluso con discursos falsos, con tal de acceder al poder a cualquier costo.
El ataque y la descalificación son comunes, como se ve en figuras como Trump, Ortega, Milei, y Maduro. Estos ejemplos también se observan en nuestro propio país, especialmente en redes sociales como X o TikTok. Las propuestas se centran en destruir al otro solo por pensar diferente.
Esta radicalización ha reducido las posturas de centro a expresiones casi simbólicas, obligando a algunos sectores a transar y perder legitimidad. También hay quienes, por oportunismo, modifican sus principios según convenga.
Lo paradójico es que, pese a la radicalización, muchos se autodefinen como de “centro”. El populismo lleva a los extremos, olvidando que las miradas moderadas generalmente han dado estabilidad a la región.
La reflexión no es solo para la ciudadanía, que elige en base a promesas y expectativas, sino también para las autoridades políticas. Deben reflexionar sobre la responsabilidad que tienen y ejercer su liderazgo pensando en el rol social que se les ha encomendado, no solo en futuras elecciones.
Felipe Vergara Maldonado
Analista político Unab