Share This Article
Vecinos cuentan que hasta la década pasada, instalarse en medio de uno de los tantos bosques de los cerros de Quillón permitía disfrutar del aroma de diversas especies arbóreas y escuchar ruidos de conejos, zorros y de una gran variedad de aves.
“Hoy te paras en uno de esos bosques y lo único que escuchas es el viento. Y los únicos árboles que ves son los pinos y los eucaliptus. No se ve un solo animalito y ya no quedan ni tórtolas porque ellas no ponen huevos en esos árboles”, dice Francisco Fuenzalida, vecino de Quillón, integrante de una agrupación ambientalista y dueño de un medio de comunicación de esa localidad.
La deforestación, el daño medioambiental y el desincentivo al comercio local fueron parte de sus consignas, cuando como millones de chilenos en el país, salió a manifestar su malestar general por las marcadas desigualdades que afectan a la mayoría.
Lejos de las quejas masivas a las alzas en los precios de los insumos básicos, la corrupción en la clase dirigente, las AFP, los sueldos, la educación y los reparos a la Constitución vigente, en las comunas de Ñuble el poblador, el vecino rural y el pequeño empresario tiene otras quejas que no se han visibilizado tanto, precisamente por no ser masivas ni transversales.
Es más, algunos de esos vecinos, como una joven pareja de Rucapequén, decidieron levantar sus pancartas y alzar sus gritos en la Plaza de Armas de Chillán “porque allá nadie nos va a escuchar”, dijeron, mientras pedían leyes para proteger y fomentar la agricultura familiar o mejorar la escasa locomoción colectiva existente en ese sector rural de Chillán Viejo.
Necesidades todas que, mientras no se solucionen, les darán la máxima autoridad para quejarse de ser el patio trasero de Ñuble.
En Quillón
Hay un hecho curioso en Quillón. Pese a que quienes trabajan en la Municipalidad terminan su jornada laboral a las 17.30 horas, es cerca de las 18.00 horas que las manifestaciones que se han realizado comienzan a gestarse. Y siempre terminan cantando consignas frente a una Municipalidad vacía y sin nadie que las escuche.
La razón de lo que parece un sinsentido es que “acá hay un abandono de la autoridad. Por ejemplo, acá el comercio local no tiene incentivos. Es más, ni siquiera contamos con una sucursal del BancoEstado y tenemos que viajar a Bulnes para hacer nuestros trámites. Por años hemos pedido que se instale este banco, que cada vez se parece a los bancos privados ya que no nos ayuda mucho ni estimula el ahorro, pero nunca se ha concretado”.
La desprotección de la agricultura en favor de las forestales es otra de las quejas quilloninas.
“Se llevaron la Escuela Agrícola para instalarla en Cato y otras medidas como esa fueron escondiendo la intención de que acá quedaran solo los agricultores más viejos, que al final terminaron vendiendo sus predios a bajos precios a las forestales y algunos parlamentarios, que todos saben quienes son”, agrega.
Pide no perder de vista la laguna Avendaño, “que hace un tiempo empezó a bajar enormemente su caudal, hasta que hubo quejas y denuncias. Hasta el intendente (Martín Arrau) vino y milagrosamente la empezó a recuperar”.
En San Fabián
Locomoción impredecible y poco constante, además de lo que supone para el entorno el embalse Punilla, han sido parte de los conversatorios que se formaron en San Fabián, a raíz de las manifestaciones de la semana pasada.
Uno de los que participó activamente de ellos fue el arquitecto sanfiabanino y exfuncionario municipal, César Uribe.
“Respecto al Punilla, la demanda nos lleva al hecho que el agua en Chile sea privada en un 100%. Para nuestra comuna es un tema muy sensible, porque en San Fabián, el Punilla es una amenaza para las familias que viven acá”, dice.
El hecho que muchos de los trámites, especialmente bancarios y de certificaciones, se deban ir a hacer a Chillán o a San Carlos, a lo que se debe sumar a quienes trabajan en las capitales, pone en entredicho a la locomoción, que es otra de las demandas que se escucharon fuerte en la comuna precordillerana.
“Eso es un conflicto que también ha concitado mucho descontento en la comuna. La locomoción colectiva es poca y además no es bien fiscalizada, es decir, como acá no hay terminales, nadie ficaliza si los recorridos se completan o no. A veces la gente se queda esperando por buses que sencillamente no llegan”, añade el arquitecto.
Punto aparte es la poca capacidad de los estamentos de salud para asistir a todos los usuarios de los respectivos centros. Si bien la falta de personal de salud es un conflicto casi transversal en el país, es precisamente “en localidades rurales donde eso más se resiente”, remarca Uribe.
Quirihue
Uno de los que ha estado en casi todas estas manifestaciones que se registraron en Quirihue y participó de los conversatorios que se generaron en la capital del Itata es Jonathan Chandía.
Si bien, y gracias a sus conocimientos en Derecho, observa las necesidades locales como resultado de lo que a su juicio es una Constitución que debe ser cambiada, y una mala distribución de los presupuestos fiscales, centra las quejas en un desamparo para quienes buscan emprender como pequeños agricultores, una nula educación económica para los comerciantes rurales, carencias de profesionales de la salud y una enorme deuda en la conectividad.
“Hay sectores y poblados que si bien quedan a pocos kilómetros del Quirihue urbano, te demoras más de una hora y media en recorrerlos. Entonces, imagina una ambulancia que debe ir por un abuelito que sufrió un infarto… sencillamente no llegan al hospital, por lo malo que están los caminos”, explica.
El agua, como en casi toda la región, es un factor que “realmente perjudica a muchas familias que se deben abastecer solo de los camiones aljibe. Además, en sectores como Trehuaco, Ránquil y Ñipas, sencillamente está prohibido que hagas pozos y toda el agua se la termina llevando la planta de Nueva Aldea”, sostiene.
San Carlos
Junto con Chillán, fue en San Carlos la otra ciudad de Ñuble en la que se registraron desmanes de consideración tras las protestas.
Lo anterior se explica porque hay más población en ambas capitales y también porque las necesidades son tantas y diferentes como el número de personas que se manifestaron.
Carlos Pinochet, dueño de una tienda tecnológica (Tecnocel) y presidente de la Agrupación Gremial Emprende Punilla, apunta que “por años hemos estado pidiendo por especialistas en el hospital de San Carlos, que es un hospital que recibe a mucha gente de otras comunas. Al menos eso es un tema muy sensible para toda la comunidad”.
La producción agrícola de menor escala, a su juicio, “exige un escaparate que hoy no tiene. Existe la necesidad que los pequeños productores puedan negociar en forma directa con los grandes compradores, lo que hoy se hace solo a través de intermediarios y eso en detrimento de los ingresos del pequeño productor”.
Finalmente, dice que en las marchas de sancarlinos hubo varios comerciantes locales protestando en contra de las leyes y dificultades que impiden a las Pymes despegar, favoreciendo además, a las grandes cadenas comerciales.
“Las ventas en San Carlos han bajado en un 60% para el comercio local y estamos tratando de fomentar que la gente le compre al comerciante local. Tal vez por eso, el vandalismo contra el comercio local, en San Carlos, fue nulo”, explica.