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El último estudio realizado por la Organización para la cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) sobre el desempeño de los sistemas de pensiones de los 34 países que componen la agrupación, reveló que las jubilaciones en Chile se encuentran muy por debajo del promedio de esos países. El informe muestra que corresponden a un 50% del último sueldo, mientras que el promedio de los países de la OCDE es 65%.
Por otro lado, si nos comparamos con los países pertenecientes a la agrupación que lideran en tasas de reemplazo, Holanda y Hungría, ofrecen a sus jubilados el equivalente al 101% y 95% de sus últimos sueldos, respectivamente.
Igualmente, el estudio advierte que en el debate sobre el mejoramiento de las pensiones en Chile, debe ponerse especial atención en el mercado laboral del país. Ello, porque lamentablemente las bajas jubilaciones tienen su principal explicación en la precariedad del empleo, generando bajos montos de ahorro y lagunas previsionales.
Lo anterior es coincidente con estudios recientes sobre la calidad de los ingresos y que muestra justamente cómo los escasos sueldos son un factor determinante a la hora de recibir malas pensiones.
A nivel local, esta correlación se vuelve más dramática. Ñuble es una de las regiones con más bajas remuneraciones y con la más alta precarización del empleo en Chile. La informalidad supera el 35%. Por ello, sumando bajos ingresos y pensiones de sus jubilados, la región se presenta hoy como la segunda más pobre del país, considerando las exiguas jubilaciones. Así lo demuestra el estudio realizado por la Fundación Sol titulado “La pobreza del modelo chileno, la insuficiencia de los ingresos del trabajo y pensiones”, el cual da conocer la situación económica del país, el cual deja a la región de Ñuble como la segunda región más pobre, basándose en las remuneraciones (ingresos del trabajo) y jubilaciones de las personas (jubilación contributiva), donde el porcentaje según distintas fuentes de ingreso alcanza un 14,7% y si se agrega las jubilaciones el porcentaje asciende a 53,8%.
Tal desmejorada estructura salarial se explica por la escasa diversificación de nuestra matriz productiva, la alta dependencia de la producción de commodities, mano de obra con escasa calificación y alto desempleo.
En suma, para resolver la ecuación de mejores pensiones y mejores empleos, hay que hacerse cargo de las imperfecciones del mercado del trabajo, a nivel país y sobre todo local. Para ello se debe pensar cómo incentivar mayores contrataciones y ahí el foco debe ponerse en aquel sector que más trabajo entrega, que es la pequeña y mediana empresa.
Si a eso sumamos la necesidad de equiparar los ingresos entre hombres y mujeres, incentivar el trabajo juvenil y abrir opciones a la tercera edad, estaríamos en condiciones de acceder a mejores estándares de vida para las personas y -a través de esa vía- tener un mejor campo donde sembrar la profunda reforma que requiere nuestro sistema de pensiones.