Actividad económica regional

La reciente cifra entregada por el Banco Central, que sitúa el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) regional de Ñuble en un 2,0% durante el primer trimestre de 2025, no ha generado entusiasmo. Es un resultado que, si bien es positivo en términos absolutos, revela una preocupante estabilidad en la mediocridad. Dicho de otra forma, la región parece haberse acomodado en su tasa tendencial, sin señales claras de despegue económico.
El número esconde más de lo que muestra. Si bien hay sectores que aportaron al crecimiento -como los servicios personales, la industria alimenticia y la celulosa- también hay alertas importantes. La construcción, por ejemplo, sigue a la baja, con una caída sostenida que arrastra consigo a otros rubros, como el comercio, el transporte y los servicios asociados. Y aunque el consumo de los hogares repuntó ligeramente (1,6%), lo hizo sobre todo gracias a los bienes durables, como productos tecnológicos, más que por una recuperación robusta del ingreso o del empleo.
La conclusión es clara: Ñuble no está en crisis, pero tampoco está avanzando. Se mantiene en la inercia, con un crecimiento que no permite cerrar brechas estructurales, ni generar mejores condiciones de vida para su población. La región se comporta como un motor encendido, pero sin fuerza suficiente para mover el vehículo.
Como advierten expertos (as) consultados por La Discusión, el dinamismo actual está concentrado en sectores puntuales, mientras el conjunto de la economía muestra signos de fragilidad. Los resultados de 2024 parecen haber sido, más bien, la recuperación de una base deprimida por los efectos del 2023 (inundaciones, incendios, paradas productivas), que un crecimiento sostenible.
En ese sentido, la cifra de 2% del primer trimestre de 2025 sería el nuevo techo si no se generan condiciones que permitan una expansión real.
El estancamiento del sector construcción merece especial atención. La inversión está paralizada, los permisos de edificación han caído, y el empleo que genera ha disminuido de manera persistente. Si la construcción no se reactiva, la economía de Ñuble seguirá anclada en un umbral de bajo de crecimiento.
El comercio, en tanto, experimenta una recuperación parcial y desigual. A pesar del repunte en bienes durables, persiste la desconfianza de consumidores e inversionistas. La incertidumbre, tanto por las condiciones macroeconómicas como por las señales políticas, sigue siendo un freno.
Tampoco se puede obviar la importancia de la industria de la celulosa. Aunque sigue siendo el principal producto de exportación regional, su aporte al PIB no es ilimitado. Los mercados internacionales están saturados, con precios a la baja y menor demanda desde Asia. Además, es una industria que ya opera cerca de su máxima capacidad, por lo que su efecto en el crecimiento real es acotado.
¿Cómo cambiar este escenario? Con inversión, asociatividad y capital humano, y con todos los actores -públicos y privados- unidos en torno a una agenda clara de crecimiento con equidad territorial.