El legado musical de María Luisa Sepúlveda es relevado a un sitial de honor
Share This Article
El programa de Radio La Discusión “Mujeres con historia: Enfoque de género para la identidad de Ñuble”, con el financiamiento del Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Ministerio Secretaría Regional de Gobierno y el Gobierno Regional de Ñuble, destacó la vida de mujeres que contribuyeron al desarrollo de la región a través de sus distintos aportes.
Una de ellas es María Luisa Sepúlveda, pedagoga, pianista, violinista, cantante, investigadora y compositora chillaneja nacida en 1883. María Luisa fue una de las primeras mujeres licenciadas de la carrera de composición musical en Chile, y destacó por la creación de un repertorio de obras didácticas, vocales e instrumentales.
El director del Museo Claudio Arrau, Eduardo Peña, ha dedicado años al estudio de la vida y obra de la pianista chillaneja con el fin de relevar su aporte a la música. “Ella fue una mujer muy relevante pero su trabajo ha sido tan invisibilizado. Ella rompió siempre varios esquemas. Estudió en lo que actualmente es el Liceo Marta Brunet, en ese tiempo el Liceo de Niñas. No era común que existieran mujeres que estudiaran, ni continuaran estudios en el ámbito de la música. Por algún motivo siempre se identificó a los directores de orquesta, a los compositores, a los músicos con varones. Sin embargo, María Luisa Sepúlveda desde muy pequeña, se fijó un rumbo y una vez egresada del Liceo de Niñas de Chillán, parte rumbo a Santiago donde se incorpora al Conservatorio Nacional de Música de Santiago en 1898”.
Eduardo Peña cuenta que la figura de María Luisa no es desconocida en la historiografía de la música chilena, puesto que dejó escritos de distinto carácter, como crónicas de prensa, revistas de música, libros y revistas académicas especializadas, que hasta el día de hoy se estudian. “Ella estudió con Brindo Paoli, que era un profesor italiano que había llegado desde Argentina a nuestro país y con quien también estudia Claudio Arrau. Se licenció en 1905 con estudios en armonía, composición y contrapunto con Luigi Stefano Giarda, que también fue profesor del maestro Claudio Arrau”, agrega.
El director del Museo cuenta que María Luisa Sepúlveda también entregó una de sus composiciones al mismo Claudio Arrau. “Esta composición, que es un estudio para piano, fue editado por los almacenes de música y piano de Carlos Doggenweiler en Santiago. Se lo dedicó escribiendo: ‘Dedicada al gran artista chileno señor Claudio Arrau, manifestándole mi entusiasta admiración. María Luisa Sepúlveda, Santiago de Chile, 1924’”.
En su vida, la mujer no solo se dedicó a la música docta, sino también a otros géneros como el folclórico. Pero hay otro dato importante. En 1916 María Luisa formó una orquesta compuesta únicamente por mujeres, la cual dirigió en un concierto ella misma. Las integrantes eran parte del Conservatorio Nacional. “Esta orquesta se llamaba White Orchestra porque todas las damas que participaban en esta orquesta estaban vestidas de blanco y efectivamente tuvo un éxito, pero más bien un éxito relativo. No olvidemos que estamos hablando del año 1916 y si consideramos que en la actualidad todavía hay brechas que no se cierran y no hay igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, en ese tiempo eran aún menores. Entonces tuvo una efímera duración esta White Orchestra que sin lugar a dudas vino a romper todos los cánones que existían para la época”, añade Peña.
Según Eduardo, ella tenía muy claro cuáles eran las condiciones para las mujeres en esa época, sabía que nunca llegaría a tener un cargo en el Conservatorio Nacional. También, se dedicó a la investigación, regresando a la Provincia de Ñuble y recorriendo los campos. Tras este trabajo, editó “Cancionero chileno escrito para canto y piano”. Con el tiempo, también musicalizó poemas de Gabriela Mistral, fue una de las fundadoras de la Sociedad Nacional del Folclor. Lo que provocó un gran dolor en su vida fue la exoneración del Conservatorio Nacional.
Murió en Santiago en 1958 y hoy Chillán hace esfuerzos por reconocer su legado.