La comunidad de El Carmen comienza a tomar partido frente a la construcción del embalse Zapallar, una obra de más de US$212.500.000 de inversión, que según los planes del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y de regantes de la cuenca, permitirá incrementar de manera importante la superficie bajo riego.
Mientras unos celebran la decisión del MOP de pasar el proyecto al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), previo a su ejecución, otros ven con preocupación los efectos negativos de la propuesta, sobre una zona incluída en la Reserva de la Biósfera de la Unesco, en el valle del río Diguillín.
Quienes defienden la iniciativa y los detractores se encontraron hace unos días durante una visita técnica de representantes del Ministerio de Obras Públicas al sector cordillerano, oportunidad en que los últimos protestaron con pancartas contra el proyecto.
La controversia recién despunta y habrá que esperar el resultado del Estudio de Impacto Ambiental presentado por el MOP, en el cual se incluye la participación ciudadana.
“Embalse con respeto”
Desde el lado de los agricultores y la Junta de Vigilancia del Río Diguillín, el dirigente Francisco Saldías expone en tono conciliador que frente a la arremetida de quienes defienden la integridad del valle, que “el embalse hay que hacerlo con el respeto de las comunidades que tienen su legítimo derecho a manifestar sus opiniones”.
El proyecto del MOP es complementario al megasistema de riego del Canal Laja-Diguillín que inició su ejecución en los años noventa y que pretendía regar 64.000 hectáreas. En la actualidad solo hay 44.000 y se espera que el Zapallar adicione 10.000 en una vasta zona de secano del sur de la región.
El seremi de Obras Públicas, Cristóbal Jardúa, indicó que esta represa “está dentro de los proyectos priorizados por el Gobierno en el Plan de Embalses, que busca asegurar riego a los agricultores, y el Zapallar particularmente favorecerá a más de 10 mil hectáreas que pasarán de secano a riego, beneficiando a más de 1.500 pequeños agricultores de Ñuble, considerando además una reserva de agua potable. Actualmente estamos en el proceso de obtención de la resolución de calificación ambiental”.
La Dirección de Obras Hidráulicas (DOH) del Ministerio de Obras Públicas expone en el Estudio de Impacto Ambiental que la iniciativa comprende áreas aptas para riego en las comunas de El Carmen y Pinto.
El embalse se localizará sobre el río Diguillín en una angostura, ubicada aproximadamente 12 kms. aguas abajo de su confluencia con el río Renegado, al poniente de la localidad de Recinto.
Se espera que el volumen útil de almacenamiento de agua proyectado sea de 80 millones de m3, mientras que el área de inundación y obras asociadas a la presa alcance una superficie de aproximadamente 303 hectáreas.
“El pequeño no se beneficiará”
No todos están tranquilos con este proyecto que data de los años noventa, ya que existe un creciente rechazo al plan que en estos momentos lidera John Méndez, residente del sector potencialmente afectado.
Para Méndez y el dirigente Antonio Riquelme, el Ministerio de Obras Públicas pretende acelerar la construcción del embalse Zapallar planteando que generará empleos y mejorará las condiciones de riego de la agricultura de la región, pero “omite que la construcción del embalse Zapallar no traerá progreso a la mayoría, sino a una minoría. Minoría compuesta por agricultores latifundistas dedicados a la exportación de monocultivos como trigo, maíz, huertos frutales, entre otros, o forraje para el ganado. El agricultor pequeño no se beneficiará, por el contrario se verá amenazado debido al desbalance hídrico que se producirá con el acaparamiento de agua en el embalse”.
Méndez remarca que según antecedentes del Instituto Worldwatch, centro de investigación estadounidense dedicado a la sustentabilidad, “la construcción de un embalse altera de manera tan significativa el área geográfica donde se emplaza, que la biodiversidad se reduce de forma considerable, se dificulta la emigración de peces y del aporte nutricional río abajo. El caudal de los ríos disminuye, se modifican las corrientes subterráneas, la composición de aguas almacenadas en reservorios y el microclima que se forma trae como consecuencia el riesgo de enfermedades en la zona. Incluso, la realización de un proyecto de esta envergadura puede inducir a actividad sísmica y aunque la actividad tectónica es difícil de predecir, en caso de que ocurra, puede causar desprendimiento de tierra y el consiguiente daño irreversible a la geografía local”.
La agrupación que lidera, denominada Ríos Libres, agrega que “el costo humano asociado a la ejecución de un proyecto de esta magnitud también es enorme. Se produce una pérdida en el bienestar social de las comunidades afectadas, como el desplazamiento forzado a otros lugares, lo que a largo plazo genera complicaciones mayores, pues las personas desplazadas sufren riesgos como el aumento de condiciones de pobreza, falta de empleo, dificultades de acceso a la alimentación y marginalidad social, por nombrar algunos riesgos”.
“Los costos que sufrirá nuestra comuna con la ejecución del proyecto embalse Zapallar son altos e irreversibles. Nuestra comuna, nuestra idiosincrasia, nuestras costumbres, nuestro río, nuestro paisaje ya no serán iguales”, agrega.
Para los dirigentes “es preocupante la indolencia de nuestras autoridades locales. Es preocupante que un grupo minoritario de terratenientes tenga tanto poder e influencia en las autoridades del nivel central (Gobierno, ministros y congresistas) y que estos tomen decisiones sin consultarle a la comunidad”.