Derechos sin fronteras

Señor Director:
A finales de 2024, 123 millones de personas en el mundo habían sido forzadas a abandonar sus hogares. Casi la mitad eran niños, niñas y adolescentes. Para muchos, Chile ha sido el lugar donde comenzar de nuevo. Pero volver a empezar no es fácil cuando los recuerdos hieren y la realidad no consuela. Para la niñez refugiada, la llegada a un nuevo país es apenas el comienzo de otro desafío: superar afectaciones emocionales, adaptarse a un idioma distinto, recuperar el derecho a jugar, a aprender y a estar a salvo.
Muchos de esos derechos aún siguen siendo promesas incumplidas. La respuesta no puede recaer solo en unos pocos, es deber del Estado y de la sociedad en un trabajo mancomunado construir caminos de acogida reales, con políticas públicas concretas y una cultura que no discrimine, no mire en menos y reciba sin prejuicios. Porque integrar no es solo permitir quedarse, sino hacer sentir parte.
Stephanie Coscing