Señor Director:
Recientemente se inauguró en la entrada norte un monumento urbano, en homenaje al Patrimonio cultural y natural
de la ciudad, pero tengo dudas sobre la parte “natural”. Véase por ejemplo el tramo desde Avenida Alonso de Ercilla con
Barros Arana, hasta camino a Las Mariposas y Universidad Adventista.
Especialmente preocupante es la situación del Colegio Sidney, situado al lado de un terreno baldío malamente cercado,
a poco de convertirse en vertedero espontáneo. Me pregunto si esta situación se habría tolerado en alguno de los colegios
del barrio alto de la ciudad. La basura se acumula a lo largo de las franjas contiguas a la calzada, hasta llegar a Villa Doña
Rosa y los colegios Ciudad Educativa y Alcázares de Ñuble, zona transitada a diario por miles de escolares y apoderados.
Avanzando camino a las Mariposas, hacia sector El Emboque, los contenedores de basura están sobrepasados y sus
alrededores inmundos. Antes de llegar a la Universidad Adventista, en el tramo adyacente al camino público, con una
vista privilegiada hacia la Cordillera, el panorama es desolador. Pueden encontrarse desde bolsas plásticas, hasta pañales
y desechos de construcción.
¿Cuál es el legado “cultural y natural”, si la incultura de los habitantes y el abandono de la administración pública
contribuyen a contaminar la ciudad, como si fuera ajena al patrimonio natural? ¿Qué valor le damos a ese patrimonio, si
nuestras calles y caminos no dan testimonio del respeto a la naturaleza?
Raúl Paredes Ramírez