Aumentar la tasa de crecimiento se logra de dos formas: mejorando la productividad de los factores productivos e incrementando la inversión. En la Región de Ñuble, particularmente en la industria forestal y en los sectores agrícolas orientados a la exportación se ha logrado mejorar la productividad gracias a la inversión en tecnología, sin embargo, no es la regla general en la economía local.
Como consecuencia de ello, problemas estructurales siguen agobiando a los habitantes de esta zona, como el alto desempleo y los bajos salarios, aspectos que finalmente se transforman en parte de un círculo vicioso que promueve la migración de capital humano y, por lo tanto, menores posibilidades de emprendimientos locales.
La conclusión lógica de esta reflexión es, entonces, desarrollar una política de atracción de inversiones que debe estar en sintonía con una estrategia de desarrollo que defina cuáles son las áreas que se quieren potenciar en cuanto a inversión.
Antes de convertirnos en región ese instrumento de planificación brillaba por su ausencia, no obstante hoy sí existe e incluso recientemente fue actualizado, tras un proceso en que participaron tres universidades regionales, diversos equipos académicos, representantes gremiales y de la sociedad civil.
No se trata de desconocer los esfuerzos que han hecho algunos empresarios locales y foráneos por generar inversiones en la zona, pero en honor a la verdad, el grueso de las inversiones que se están concretando o que están en carpeta en la región son más bien el resultado de la ecuación entre recursos naturales y una institucionalidad nacional que promueve la inversión.
Son los casos de la inversión en la industria forestal, en la agroindustria, en generación de energía y en el sector inmobiliario. En todos los sectores mencionados, en los últimos 20 años, no ha sido precisamente una política local la responsable de esto, sino políticas subsidiarias estatales centralizadas y ventajas comparativas asociadas a disponibilidad de suelo, ubicación geográfica y costos de mano de obra.
Hacer atractiva a esta zona para la inversión significa superar escollos que hoy son claros desincentivos, como la falta de infraestructura vial, ferroviaria y de aeropuertos, que permitan una efectiva conexión de las zonas productoras con los puertos de embarque de las exportaciones.
Aumentar la cobertura de pavimentación de rutas interiores, reponer el tendido ferroviario Chillán-Concepción, habilitar el aeródromo de Chillán para aeronaves de carga y desarrollar el proyecto de una zona franca agroindustrial pueden parecer metas ambiciosas, pero son el piso necesario para dar el paso siguiente.
De igual forma, el Estado debe fomentar el emprendimiento y la capacitación del capital humano, promover la investigación científica y la innovación, aumentar la superficie de riego y resolver la mora en materia de transmisión eléctrica.
Las recetas existen. La pregunta es cuánta convicción hay en nuestras autoridades, representantes políticos y empresario, para transitar este camino que debería conducir al progreso de Ñuble y bienestar de su población.