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Colombianos de todas las clases colmaron las calles este miércoles en las protestas que exigen un cambio de rumbo al gobierno conservador de Iván Duque, que afrontó el séptimo día de inusuales manifestaciones en la cuarta economía latinoamericana.
La multitud elevó la presión sobre el gobierno con la segunda huelga en menos de una semana.
La tibia adhesión al inicio de la jornada en Bogotá, epicentro de la protesta que estalló el jueves pasado precisamente con un paro, dio paso en la tarde y noche a multitudinarias marchas encabezadas por jóvenes.
Bajo vigilancia policial, el transporte público y el comercio se vieron reducidos, sobre todo en el centro y norte de la capital. En Cali, Medellín y Bucaramanga también hubo movilizaciones. Aunque con menor afluencia que el jueves pasado, cuando se manifestaron cientos de miles.
En todas partes, se alzaron pancartas contra el gobierno al ruido de cacerolas. En el Parque de los Hippies, en el norte bogotano, intérpretes entonaron un “cacerolazo sinfónico” con música clásica y adaptaciones de canciones populares.
“Hemos logrado una fuerza del pueblo que hace mucho no se veía en Colombia. Que la gente se desgastara lo temía el primer día y ahora me doy cuenta que no”, dijo a la AFP Manuela Salazar, estudiante de Psicología de 22 años.
Si bien en su mayoría han sido pacíficas y alegres, las protestas dejan cuatro muertos y medio millar de heridos entre civiles, policías y militares, 184 detenidos y 60 venezolanos expulsados por “actos vandálicos”, según un balance oficial.
Apoyo de EE.UU
En medio de la agitación social que recorre el continente sin una causa común, en Colombia las calles se volcaron contra Duque y su impopular gobierno de 15 meses. Casi siete de cada diez colombianos lo rechazan, según un sondeo de Invamer de principios de mes.