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Los parisinos tuvieron que armarse de paciencia para circular por la capital francesa, paralizada por una huelga en los transportes públicos, la peor en 12 años, contra la reforma de las pensiones que prepara el gobierno.
Diez de las 16 líneas del metro de París cerradas y las demás saturadas, los autobuses a cuentagotas y enormes atascos evidenciaban el primer gran envite sindical contra la delicada reforma de las pensiones impulsada por el gobierno del presidente Emmanuel Macron.
Dié Sokhonadu, de 25 años, esperaba en vano en el andén de la línea 12 que cruza París de norte a sur, pero ningún metro circula en esa línea.
“Si no hay ningún metro voy a tener que regresar a casa”, dijo a la AFP este obrero que trabaja en la renovación de la catedral de Notre-Dame, en pleno centro de París.
La huelga afectaba también a los trenes de cercanías que utilizan cada día miles de personas que viven o trabajan en los suburbios de París.
Las líneas que llevan al aeropuerto Charles de Gaulle, a 20 km de la capital, funcionaba únicamente en las horas puntas, por lo que los viajeros tuvieron que buscar otras opciones para ir a tomar sus aviones.
Para evitar el caos, muchos parisinos optaron por trabajar desde sus casas. “No quería perder tiempo intentando tomar el metro, mi línea está cerrada”, cuenta Anne-Sophie Viger, ejecutiva en una empresa de seguros.
Aquellos que no tenían más opción que desplazarse, intentaban localizar las bicicletas y monopatines eléctricos de libre servicio que abundan en la capital francesa. Varios operadores, como Jump del estadounidense Uber o la francesa Cityscoot, proponían trayectos gratuitos de 15 a 30 minutos.
“Tuve mucha suerte de encontrar una bicicleta. ¡Pensaba que iba a tener que caminar hasta el trabajo!”, dijo aliviada una mujer que se presentó como Verena.
Pero otros, sobre todo los turistas, no tuvieron tanta suerte. “Estamos tratando de ir al Jardín de Plantas, pero es difícil saber qué líneas están funcionando”, dijo a la AFP una pareja de británicos.
Las aplicaciones de taxis fueron también tomadas por asalto. Sumergidos de pedidos, los precios estallaron. Un trayecto de 7 km en París costaba 43 euros a las 14H00 en la aplicación Kapten, frente a 18 euros tres horas antes.