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Setenta y tres personas, la mayoría de ellos manifestantes, murieron y otras 3.000 resultaron heridas desde el martes en Irak, donde ha estallado una ola de protestas contra del gobierno, según el último balance oficial publicado por el gobierno el sábado.
Entre las víctimas mortales hay al menos seis policías. Las manifestaciones se organizan en Bagdad y en el sur del país, mayoritariamente chiita, y han sido reprimidas violentamente. Los ciudadanos reclaman mejores servicios públicos, políticas estatales para paliar el desempleo juvenil y acciones para poner fin a la corrupción.
En su comunicado, la comisión gubernamental de derechos humanos menciona también que 500 personas fueron detenidas desde el martes, aunque la mayoría fue liberada.
El sábado por la mañana, los comercios abrieron normalmente en Bagdad después de que se levantara el toque de queda impuesto el jueves. Sin embargo, el acceso a internet seguía bloqueado.
Se espera que haya de nuevo protestas por la tarde. El viernes, se registraron violentos enfrentamientos entre los manifestantes y la policía, que dispersó a la multitud disparando.
El influyente líder chiita Moqtada Sadr pidió el viernes la dimisión del gobierno del primer ministro Adel Abdel Mahdi, en el poder desde hace un año, “para evitar nuevos derramamientos de sangre” y la organización de elecciones.
Las manifestaciones se han organizado a partir de las redes sociales y no han estado orquestadas por líderes religiosos o partidos políticos.