El voto rural marca el pulso: Kast arrasa en Ñuble y consolida hegemonía en comunas campesinas

El triunfo de José Antonio Kast en la Región de Ñuble no solo fue contundente en términos globales, sino que adquirió un carácter particularmente arrollador en las comunas rurales, donde las brechas con su contendora, Jeannette Jara, superaron en varios casos los 50 puntos porcentuales.
El mapa electoral confirma una victoria total: Kast se impuso en las 21 comunas de la región, con desempeños especialmente sólidos en zonas campesinas y cordilleranas, ratificando un patrón que ya se había insinuado en la primera vuelta .
En comunas como Pinto y Coihueco, el candidato alcanzó cifras cercanas al 80% de los votos válidamente emitidos. En Pinto, Kast obtuvo un 79,94%, mientras que en Coihueco llegó al 79,71%, porcentajes que reflejan una adhesión transversal en territorios donde la derecha ha mantenido históricamente el control municipal.
Algo similar ocurrió en El Carmen (78,13%), San Ignacio (77,80%) y Ñiquén (77,73%), confirmando que el mundo rural fue clave para ampliar la ventaja regional.
A nivel provincial, la tendencia se mantuvo con claridad.
En Punilla, Kast alcanzó un 74,73%, mientras que en Itata llegó al 71,27% y en Diguillín al 67,82%.
Incluso en comunas con mayor peso urbano, como Chillán y Chillán Viejo, el candidato se impuso con holgura, superando el 64% y 67% respectivamente, lo que terminó por sellar un triunfo sin contrapesos territoriales relevantes .
Para la politóloga y académica de la Universidad de Concepción, Jeanne Simon, este resultado no responde exclusivamente a una adhesión ideológica dura a la derecha.
“En Ñuble, los votos de Parisi, Kaiser y Matthei fueron todos a Kast”, explica, destacando que se trata más bien de un voto de rechazo al actual gobierno.
A su juicio, en las comunas rurales existe la percepción de que la agenda gubernamental ha privilegiado temas urbanos, dejando rezagadas las problemáticas del mundo agrícola y rural. Ese malestar habría sido canalizado de manera eficaz por la candidatura de Kast.
Simon también releva el rol del trabajo político sostenido en el territorio. Según plantea, el despliegue de Martín Arrau (exintendente y actual miembro del círculo de hierro del Presidente electo) durante los últimos cinco años fue decisivo para consolidar una base electoral amplia y disciplinada.
“No es un fenómeno improvisado ni exclusivo de esta campaña”, sostiene, apuntando a una estrategia de largo plazo que permitió articular liderazgos locales y transferir apoyos desde otras candidaturas de derecha.
Desde una mirada similar, el académico de la Universidad del Bío-Bío, Álvaro Acuña, sostiene que el triunfo de Kast se explica tanto por el contenido de su propuesta como por la forma en que logró transmitirla.
“Lo que propone y cómo lo comunica le hizo sentido a la ciudadanía”, afirma.
En contraste, añade, Jeannette Jara fue percibida como una continuidad del actual gobierno, imagen que -según su análisis- terminó siendo reforzada por una estrategia comunicacional poco efectiva del propio oficialismo.
Acuña agregó que en Ñuble existe desde hace tiempo un viraje sostenido hacia la derecha, más allá de que la región cuente con autoridades de centroizquierda en cargos relevantes, como es el caso del gobernador regional, Óscar Crisóstomo (PS); o los alcaldes de Chillán y Chillán Viejo, Camilo Benavente (PPD) y Jorge del Pozo (ind.-PR), respectivamente.
En ese contexto, destacó el papel del senador UDI Gustavo Sanhueza y su equipo territorial, así como la ausencia de un liderazgo activo por parte del PPD, encarnado en la senadora Loreto Carvajal.
“En comunas como Coihueco y Pinto, que llevan más de 15 años gobernadas por alcaldes de derecha, se logró traspasar con éxito ese capital político a esta elección”, puntualizó.
Así, el resultado en Ñuble aparece menos como una sorpresa coyuntural y más como la confirmación de un ciclo político regional, en que el mundo rural se posiciona como el principal soporte electoral de la derecha y, en particular, de la figura de José Antonio Kast.