Partidos al borde de disolución: reordenamiento político se acelera tras parlamentarias

La elección parlamentaria generó un terremoto en el mapa político chileno: 13 partidos no lograron alcanzar el 5% de los votos en la elección de diputados, ni elegir cuatro parlamentarios en dos regiones distintas, los requisitos mínimos que exige la ley para conservar la personalidad jurídica.
La nómina incluye desde colectividades emergentes hasta fuerzas históricas, entre ellas, el Partido Radical, un símbolo del siglo XX chileno, hoy golpeado por su peor registro electoral.
El golpe evidencia un proceso de contracción del sistema, que vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de fusiones, pactos amplios y reingenierías orgánicas.
Frente Regionalista Verde Social (FRVS), Evópoli, Demócratas, Amarillos por Chile, Acción Humanista, Igualdad, Partido Popular, Alianza Verde Popular, Partido Ecologista Verde y el Partido Trabajadores Revolucionarios enfrentan el mismo diagnóstico: sus votos no bastaron, sus escaños tampoco, y el Servicio Electoral comenzará pronto a notificar la disolución.
Buscando alternativas
En Ñuble, los presidentes regionales viven el proceso con desconcierto, pero también con planes.
En el Partido Radical, César Calderón reconoce que el impacto es profundo, especialmente en una región que ha sido considerada la cuna histórica de la colectividad.
“Estamos bastante afectados… Son 162 años de historia, pero lamentablemente los resultados no nos alcanzaron para mantenernos a flote”, afirmó.
En la dirigencia ya se asume que comenzará un proceso de liquidación de bienes y el diseño de una nueva figura legal que permita preservar el patrimonio, y eventualmente, reinscribir al partido.
Evópoli atraviesa una encrucijada similar. Pese a tener dos senadores y dos diputados (que vienen del período anterior), sus cifras no cumplieron los criterios indispensables.
Su presidente regional, Jorge Ávila, admite que esta es “la noche más dura” desde la fundación de la colectividad, y que la consulta al Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel) respecto de si sus legisladores anteriores pueden contabilizarse, es quizás su última posibilidad de permanecer en el sistema.
Si la respuesta es negativa, el partido deberá asumir su disolución. Aun así, Ávila insiste en que el proyecto político no termina aquí: confía en que, con o sin personalidad jurídica, la centroderecha liberal seguirá buscando espacio, en una elección presidencial polarizada.
En Amarillos por Chile, su presidente regional, Reinaldo Figueroa, atribuye el fracaso a un proceso de instalación incompleto y a la desigualdad de condiciones frente a partidos con financiamiento consolidado.
Asegura que, tras la resolución del Servel, volverán a operar como movimiento y analizarán su postura para la segunda vuelta presidencial.
“Debe protegerse la libertad, el orden público y la prosperidad del país”, afirma.
Demócratas también prepara un camino de rearticulación. Alberto Jarpa, timonel regional, destaca que en Ñuble el partido obtuvo más de 23 mil votos (que corresponden casi en su totalidad a la votación del independiente Jorge Sabag) y cerca del 10% del total nacional aportado por la colectividad, pero aun así, la ley los arrastra al cierre.
Entre las opciones figura reinscribir el partido con otro nombre o impulsar una fusión que permita dotar de fuerza renovada al centro político, un espacio que -sostiene- sigue huérfano en el actual clima electoral.
El Partido Social Cristiano, en tanto, obtuvo tres parlamentarios -entre ellos, la diputada por Ñuble, Sara Concha, quien fue reelegida-, pero tampoco consiguió las exigencias mínimas.
Concha, quien además es su presidenta nacional, anunció que iniciarán un proceso de reinscripción rápida para sostener el proyecto, reforzar la militancia y no perder el impulso logrado en su primera elección parlamentaria.
El futuro inmediato será decisivo. Una vez que el Servicio Electoral finalice el escrutinio definitivo, comenzará la notificación de las disoluciones.
A partir de ahí, partidos históricos y emergentes deberán escoger entre fusionarse, renacer bajo nuevas siglas o aceptar su salida del sistema.
Lo que está claro es que el reordenamiento político ya comenzó, y tendrá impacto directo en el escenario legislativo y presidencial que se definirá en las próximas semanas.