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Una región sustentable

Ñuble tiene la oportunidad de ser una región sustentable, y a partir de la colaboración público-privada, del apoyo de la academia y de la fuerza de las organizaciones ciudadanas, puede sentar las bases para avanzar hacia una economía que se pueda sostener en el tiempo sin agotar sus recursos naturales, brindando una adecuada calidad de vida a sus habitantes y respetando el medio ambiente.

Desde una perspectiva de sustentabilidad ambiental y social, asoman de inmediato objetivos como el uso eficiente del agua y la energía, la descarbonización de la matriz energética, la reducción de la huella de carbono y de la contaminación ambiental, la recuperación de suelos, la regeneración de ecosistemas, el comercio justo y la equidad social, el desarrollo armónico de los territorios, el reciclaje y la reutilización de residuos, entre otros.

En la región existen cada vez más ejemplos, en el sector privado, de inversiones que apuntan a hacer más sustentables las actividades productivas, donde destacan ejemplos como el uso de biogás y de biomasa en las calderas industriales en reemplazo del diésel y el carbón, la incorporación de fuentes renovables en la generación eléctrica, el reciclaje y revalorización de residuos, el reúso de aguas residuales, el riego eficiente y la desalinización de agua, entre otras.

También destacan los esfuerzos del sector público para promover el cambio de paradigma, con diversas iniciativas que apuntan a fomentar el uso de energías limpias y la economía circular, entre otras medidas.

Y si bien el concepto de sustentabilidad está contemplado en la Estrategia regional de desarrollo, es fundamental avanzar en la implementación de políticas de largo plazo que permitan llevar del papel a la realidad este desafío, con el compromiso de las empresas y de la sociedad. No se trata de imponer, sino de construir en conjunto, sobre la base de una discusión técnica, una economía que mire al futuro.

Un rol clave lo cumple la legislación y el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, que asegura a los desarrolladores de proyectos y a las comunidades un marco de evaluación técnico no discrecional. Y si bien el sistema ha sido blanco de críticas por su excesiva burocracia y extensos plazos de evaluación, en la medida que se logre agilizar la tramitación de los proyectos y el sistema no constituya un freno a la inversión, la institucionalidad ambiental efectivamente contribuirá a construir esa economía sustentable que se plantea en el discurso.

Ñuble puede y debe ser una región sustentable. Y es que más allá del eslogan o del valor de esa etiqueta en los mercados internacionales, la región tiene la oportunidad de hacer las cosas bien, vale decir, no repetir los errores de otras zonas del país, donde ciertas actividades productivas han depredado los ecosistemas.

Asimismo, se debe fomentar la participación de las comunidades en la toma de decisiones respecto del desarrollo territorial, un aspecto donde hay mucho que avanzar en materia de planificación y en políticas de desarrollo rural.

Ñuble puede convertirse en un ejemplo a nivel nacional si hace las cosas bien, si define como prioridad el desarrollo sustentable y si aborda los desafíos pendientes en materia de infraestructura habilitante, equidad territorial y atracción de inversiones.

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