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En las calles y en la TV: el doble pulso de la campaña en Ñuble

A casi una semana del inicio del segundo período legal de propaganda electoral, Ñuble vive una campaña que combina tradición y estrategia.

Si bien la publicidad digital y las redes sociales concentran gran parte del debate político, las calles de Chillán, San Carlos, Bulnes y el resto de las comunas volvieron a poblarse de palomas, pendones y gigantografías. En una región extensa y rural, la presencia física de los candidatos continúa siendo una señal de fuerza organizativa y cercanía con el electorado.

El despliegue territorial, regulado por el Servicio Electoral (Servel) desde el 17 de octubre, ha obligado a los equipos a planificar con precisión la instalación de sus elementos gráficos. Los espacios autorizados son limitados y las multas por infracciones elevadas, lo que ha empujado a una profesionalización de las campañas.

Visibilidad local

En comparación con elecciones anteriores, los analistas coinciden en que hay menos saturación visual y mayor cuidado estético.

“Las palomas siguen siendo una muestra visible de poder político, aunque hoy pesan tanto como la estrategia digital”, explicó Gabriel Pradenas, analista político. A su juicio, la combinación entre calle y TV -con el inicio de la franja- define una nueva etapa del marketing electoral, en que “la visibilidad local sigue siendo clave para construir confianza”.

En Ñuble, los rostros de los actuales diputados Marta Bravo y Cristóbal Martínez dominan buena parte del territorio. Ambos han consolidado campañas con fuerte despliegue gráfico y territorial. En contraste, Frank Sauerbaum ha optado por una presencia discreta, mientras que Sara Concha y Felipe Camaño mantienen estrategias más acotadas.

Entre los nuevos postulantes destacan Jorge Sabag y César Riquelme, con presencia generalizada en comunas rurales y urbanas; también Carlos Chandía, que recurre a su alta recordación pública, y Erick Sol de Zaldívar, con una estructura organizada en Chillán.

En el bloque de derecha, los candidatos republicanos concentran su trabajo en el radio urbano de la capital regional, mientras que en la izquierda y el oficialismo el despliegue ha sido más fragmentado. Las imágenes de los presidenciables prácticamente no aparecen en las calles, con la excepción de José Antonio Kast, cuya figura se replica en varios puntos de la región. Evelyn Matthei tiene apariciones esporádicas, y Jeannette Jara -pese a liderar la primaria del oficialismo- no figura en la propaganda de sus aliados locales.

Según Pradenas, esta ausencia refleja un cambio en la lógica de las campañas.

“Los aspirantes al Congreso están priorizando su nombre antes que la marca partidaria. Es una elección sin banderas, en que los símbolos políticos restan más de lo que aportan”, afirmó.

El experto destacó además que Ñuble se ha transformado en un termómetro político: una región históricamente inclinada hacia la oposición, donde cinco de los siete parlamentarios pertenecen a la derecha. El voto rural y de clase media baja será decisivo”, advierte.

“El electorado del campo es pragmático: busca soluciones concretas más que discursos ideológicos. Por eso, la presencia en terreno vale tanto como la franja televisiva”, planteó.

Presidencial se toma la recta final

Desde una mirada comunicacional, Rodrigo Landa, especialista en campañas electorales, coincide en que la disputa presidencial ha comenzado a eclipsar las elecciones parlamentarias.

“El foco noticioso está dominado por la carrera a La Moneda, que atraviesa toda la agenda pública. En Ñuble, donde se eligen solo diputados, la franja televisiva refuerza esa percepción de que lo verdaderamente importante es la Presidencial”, sostuvo.

Para Landa, la competencia entre Evelyn Matthei y José Antonio Kast marcará el ritmo de las próximas semanas.

“Dado que se da por descontado que Jeannette Jara pasará a segunda vuelta, la atención se concentra en esta especie de ‘primaria de la derecha’. Es el gran tema político que ordenará la cobertura mediática y la estrategia de los comandos”, aseveró.

En Ñuble, donde una de cada tres personas vive en sectores rurales, la propaganda física conserva su poder simbólico.

Y aunque la franja televisiva y las redes sociales parezcan dominar el relato, la vieja política de terreno sigue pesando. La elección de noviembre volverá a demostrar que, en territorios como Ñuble, la competencia no solo se gana en la pantalla: también se juega, y se mide, en la calle.

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