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La alternativa agroecológica

La agroecología representa un enfoque más sistémico que la agricultura moderna, pues propone prácticas que permitan una alta productividad, pero que también mejoren la calidad de vida de las familias campesinas y el mundo rural, manteniendo y mejorando los recursos naturales que la sustentan.

La promoción de la agroecología es precisamente uno de los ejes de trabajo del Ministerio de Agricultura, desde donde se plantea que hoy se necesita un cambio de paradigma hacia una agricultura agroecológica que respete los sistemas ecológicos, que funcione en armonía con los ecosistemas naturales, que sea capaz de regenerar el suelo, mantener la humedad del sistema y controlar las plagas de forma natural.

En ese contexto, la promoción no se ha quedado en palabras. Tras el objetivo de que cada vez más agricultores de la región adopten estas prácticas, los servicios del agro están trabajando coordinados, donde la transferencia tecnológica cumple un rol fundamental, razón por la cual existe una estrecha colaboración de parte del INIA, institución con abundante trabajo en el ámbito de los bioinsumos.

También destaca la conformación del Polo de Innovación Agroecológico de Ñuble, iniciativa liderada por la Universidad de Concepción Campus Chillán, que busca avanzar hacia una producción sustentable, competitiva y rentable en el territorio, a través de la investigación, la formación y la transferencia tecnológica.

A nivel nacional, en tanto, Indap e INIA lanzaron en 2023 el Programa de Transición a la Agricultura Sostenible, programa de asesoría especializada e incentivos económicos que otorga a los usuarios de Indap las herramientas para realizar un proceso de transformación productiva mediante la adopción de prácticas y manejos sostenibles.

Lejos de plantearse como una imposición, en la práctica, la agroecología representa una oportunidad de agregación de valor a la producción agrícola entre las familias campesinas que, a través de la certificación de prácticas agroecológicas, como la agricultura orgánica, por ejemplo, pueden acceder a mercados de mayor valor, es decir, obtener mayores ingresos.

Con 5.692 hectáreas, la región de Ñuble lidera a nivel nacional la superficie orgánica certificada dedicada a la producción de cultivos. Se trata de una cifra relevante, que se explica por una larga tradición de producción y certificación orgánica en la zona, que no refleja el real peso de este sistema en la zona, puesto que existe una enorme cifra fantasma de huertos no certificados, de pequeños agricultores, que por generaciones han empleado prácticas agroecológicas y únicamente insumos orgánicos.

Producir orgánico hoy es pensar en el futuro, es cuidar y darle valor a la tierra que recibirán las próximas generaciones, por ello no extraña que cada vez se sumen más consumidores y más productores a esta tendencia, que constituye un atractivo elemento diferenciador en el mercado.

Así, mientras en el Valle del Itata abundan las parras sin agroquímicos y cada vez se elaboran más vinos orgánicos o naturales, en Punilla y Diguillín los productores de frutas orgánicas apuestan por seguir exportando a los mercados más exigentes.

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