La inseguridad y la indiferencia

Señor Director:
Quisiera manifestar una creciente preocupación que, como ciudadano, no es posible invisibilizar a través de la desidia y apatía en torno a la inseguridad que se ha instalado en nuestras calles, en nuestros barrios y, lo más grave, en nuestra vida cotidiana. El aumento de la delincuencia ya no es una percepción, es una realidad que se vive con miedo al salir, al regresar a casa o al enviar a los hijos a estudiar. La violencia dejó de ser un fenómeno lejano y hoy golpea las puertas de nuestras propias comunidades.
No se trata solo de cifras ni de estadísticas frías. Se trata del temor real de la población, de la sensación constante de vulnerabilidad y temor. Lo que más duele es la aparente indiferencia de algunas autoridades, cuya respuesta parece muchas veces tardía, superficial o desconectada de la realidad. La ciudadanía pide algo básico: vivir en paz.
Sin embargo, esa tranquilidad se ha transformado en un privilegio que pocos pueden disfrutar. Es urgente que se fortalezcan las políticas públicas en seguridad, y también en prevención, en educación, en oportunidades reales. No podemos seguir normalizando la violencia, ni aceptar que la solución sea simplemente “acostumbrarse”. No podemos permitir que la apatía gane terreno.
Agradezco este espacio, que nos permite, al menos, alzar la voz. Porque el silencio frente a la injusticia, la inseguridad y la indiferencia, también nos hace cómplices.
Leonardo Molina Solís