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Majestad del cargo

Señor Director:

¿Qué le parece que hasta el momento de publicar esta carta se encuentren inscritos en el Servel 211 chilenos dispuestos a juntar las firmas para postularse a la presidencia de la República? La noticia circulará por el mundo y seremos motivo de risueños comentarios que superarán todas las trivialidades de las llamadas repúblicas bananeras. Hay 211 ciudadanos que se creen capaces de conducir los destinos de la Nación. ¿Hasta dónde ha llegado el deterioro de la cultura política?

Ser presidente de la República fue siempre un cargo de selección, se le llamó “Su Excelencia” y luego venía el nombre del mandatario. Excelencia viene de excelente y, cual más cual menos, de los presidentes, estaba claramente a la altura de ese rango, tanto por su conocimiento como por su conducta y presentación personal. Allende suprimió el trato de excelencia y lo reemplazó por compañero, propinando al rango un fuerte agravio. El presidente no puede ser compañero, tiene que ser superior y, percibido como tal, es elegido para dirigir, no para acompañar.

Cuando el presidente llega en bicicleta, con la camisa afuera, el marrueco desabrochado, no dignifica el cargo, lo degrada. Cuando su polola dice que viene a liquidar el rango de “primera dama”, acaba con sus funciones y declara que su relación con el presidente no es “binaria”, contribuye a degradar el cargo. Según la RAE, binaria es una relación de dos. Si no es de dos, es obvio que puede ser de tres, cuatro o más. El presidente cambió de polola, la que anunció que espera un hijo. El presidente dice que está pensando pedir el permiso post natal. ¿Qué le parece? Así, se destruye la majestad del cargo.

Alejandro Witker

Historiador

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