Share This Article
“Fue en 1985 cuando me uní al Hogar de Cristo como secretaria administrativa”, recuerda Verónica Maldonado. “En aquel tiempo, nuestro equipo era pequeño: una asistente social, el jefe administrativo, dos recaudadoras y yo, bajo la guía del Concejo liderado por José Patricio Huepe García, quien hoy día es concejal de la municipalidad”.
En las décadas de los 60 y 70, Hogar de Cristo abrió diversos centros de acogida para niños y niñas en Chillán, como el Hogar Familiar N°3, más tarde conocido como Hogar Ana Cruchaga, en honor a la madre de Alberto Hurtado, y el Hogar Familiar Nº1, que fue renombrado como Hogar Rosa Brunet, antes de trasladarse, en 1997, a Chillán Viejo. Ahí fue rebautizado como Hogar Pukuñil. Los años 90 fueron una era de expansión y creación de nuevas instalaciones, incluyendo un Hogar y Comedor Estudiantil para jóvenes de comunas rurales que estudiaban en la ciudad, y una Casa de Acogida para niños en situación de calle. “Era un tiempo de crecimiento y adaptación a las nuevas necesidades de la comunidad, muy centrado en los niños. Muchos venían de familias con problemas graves, algunos habían estado en la calle, otros sufrían violencia”, recuerda Verónica
El cambio de siglo trajo consigo una nueva visión administrativa y la diversificación de programas, centrando esfuerzos en el campamento El Saque y en programas para adultos mayores y personas en situación de calle, reflejando un enfoque más integral y menos asistencialista.
Hoy, el Hogar de Cristo en Ñuble no solo ha cambiado de ubicación múltiples veces, buscando siempre ser más accesible, sino que ha transformado su enfoque para escuchar y trabajar desde la promoción de los derechos humanos de las personas.
“Ñuble ha cambiado. Nuestra región necesita programas insertos en los territorios, que trabajen con las comunidades, que los escuchen para, juntos, resolver los problemas”, señala Verónica. “Por eso, estamos trabajando con nuestros adultos mayores en sus propios domicilios, para retardar su institucionalización en hogares de ancianos. Así promovemos su autonomía y su vínculo con la familia”.
-¿En qué está el Hogar de Cristo?
-Desde 2005, cuando nos trasladamos a calle 18 de Septiembre, la causa del Hogar de Cristo ha cambiado mucho, con cerca de 7 mil socios en nuestra región. Otro gran hito, por ejemplo, fue en mayo de 2019, cuando abrimos las puertas de la nueva Hospedería en Independencia Nº 1039. Y ni hablar de las campañas solidarias, ahí el Hogar de Cristo es protagonista, hace pocos años juntamos mil millones para los damnificados de los incendios. Además de su compromiso histórico con personas en situación de calle, adultos mayores y niños vulnerados en sus derechos, Hogar de Cristo ha recalibrado su enfoque ante los recientes desastres humanitarios. Desde hace más de 50 años, la organización de Alberto Hurtado también está jugando un rol activo en la respuesta a emergencias naturales exacerbadas por el cambio climático.
Ayuda humanitaria
La capacidad de respuesta de la fundación se encuentra arraigada en su esencia. Aunque aún no se creaba, ocurrió el devastador terremoto de Chillan, la noche del 24 de enero de 1939. Alberto Hurtado, quien lo vivió en Santiago, se movilizó como pudo hasta “la ciudad de cataclismo”.
“Los escombros fueron tan mortales como las enfermedades que proliferaron a causa de la escasez de agua, alimentos, insumos médicos y servicios higiénicos. Junto con las altas temperaturas aumentaron los casos de tifus, cólera, pediculosis, epidemias que habían logrado ser controladas por la medicina de la época”, se lee en una crónica del siglo pasado.
Esa realidad impulsó a Alberto Hurtado a movilizarse. Lo hizo “el 26 de enero, en el automóvil del Colegio San Ignacio con un jesuita y un médico, trasladando provisiones y medicinas para prestar auxilio. Posteriormente organizó un equipo de jóvenes para socorrer a los damnificados”, escribió Alejandro Magnet, uno de sus biógrafos.
En Chillán, se dedicó a atender a los heridos, usando la radio para movilizar apoyo y brindando consuelo a los sobrevivientes. Esta intervención temprana marcó el inicio del compromiso del Hogar de Cristo con las emergencias nacionales.
Hogar de Cristo desarrolló campañas humanitarias en respuesta al terremoto de 1960 en Valdivia, también estuvo presente en el terremoto de 1965, en La Ligua, y en el terremoto y tsunami de 2010. Desde 2014, la entidad intervino en el gran incendio de Valparaíso, en los aluviones e inundaciones de 2015 en el norte del país, en los incendios de 2017 en Santa Olga, y en 2023, lanzó la campaña “Juntos por Chile” para los afectados por incendios en Ñuble, Biobío y La Araucanía.