Luciano Pitronello y la reinserción
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Luciano Pitronello murió mientras trabajaba como operador de una grúa en el Parque Padre Hurtado, en el municipio de La Reina. La grúa toco unos cables energizados y tras sufrir una descarga eléctrica, falleció a los pocos días.
¿Quién fue Luciano Pitronello?
Se trata de un anarquista condenado en su momento por haber instalado una bomba en la sucursal de un banco del centro de Santiago, en 2011. En ese atentado perdió una mano y parcialmente la otra, por lo cual usaba un gancho en su mano derecha.
La justicia descartó la tipificación de acto terrorista, por lo que fue condenado a libertad vigilada por seis años. Con el apoyo de su madre y del sistema de libertad vigilada, se alejó de los grupos anarquistas que hoy le rinden tributo por las redes sociales, cumplió su condena en libertad y se reinsertó laboral y socialmente.
Resulta interesante analizar este caso en el contexto de un alza de la delincuencia y del crimen organizado.
En la discusión pública y política electoral, el gran damnificado es el concepto de reinserción y como coadyuvante a ese proceso el de las penas alternativas. Muchos, presos de un cierto grado de desesperación y miedo, tienden a creer que la única solución al problema de la delincuencia es la cárcel y mientras más cárceles y más duras las penas, al estilo Bukele, mejor.
De ese clamor, que suele confundir la justicia con la venganza, se hacen eco en época electoral buena parte de nuestra clase política. Se identifica la reinserción como una actitud paternalista del Estado con los delincuentes, como si todos tuvieran el mismo perfil y el Estado fuera un cómplice pasivo por apostar a la reinserción y a las penas alternativas. También se suele identificar estas políticas como una visión pro delincuencia de los derechos humanos.
Por cierto, hay quienes piensan que eso es así, y también, especialmente en sectores de izquierda, hay visiones culposas frente al fenómeno de la delincuencia.
La reinserción no se trata ni de lo uno ni de lo otro. Es parte del circuito de la seguridad ciudadana; mientras más reinserción, hay menos reincidencia, menos delitos y por lo tanto, una sociedad más segura. Es una operación de simple lógica. La reincidencia en los sistemas abiertos no alcanza al 20%, a diferencia del sistema cerrado en el que sobrepasa el 50%.
Si bien son perfiles distintos, alrededor de 60.000 condenados no cumplen las penas en una cárcel y por lo tanto, no asisten a diario a las “universidades del delito”, aunque esto no satisfaga los deseos de muchos.
Definitivamente, la reinserción es un tema de seguridad pública y no de paternalismo estatal. Pero para que esto sea posible se requiere la participación de un actor hasta ahora ausente, que solo aparece para demandar del Estado mayor seguridad.
Es el mundo privado, sin cuya participación no es posible la reinserción, porque esta se produce fuera de la cárcel y no dentro de ella, con apoyo del Estado, por cierto, pero también con trabajo y capacitación, entre otras acciones. El caso de Luciano Pitronello, pese a su inesperado y trágico final, nos indica que ello es posible.