Litré Quiroga Carvajal
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El lunes 20 de mayo recién pasado fue detenido uno de los militares condenados por el asesinato de Víctor Jara. El condenado se había dado a la fuga. Se trata de un ex coronel de apellido Jara, el que también fue condenado por el crimen de Litré Abraham Quiroga Carvajal.
Quiroga, último director del Servicio de Prisiones (hoy Gendarmería) al 11 de septiembre de 1973.
Ambos fueron asesinados en el Estadio Chile (hoy Víctor Jara), y luego arrojados a la vía publica junto a otros detenidos. ¿Quién fue Litre Quiroga? En ese lúgubre día estaba con licencia médica, pero enterado de lo que estaba ocurriendo, y en conocimiento que su nombre estaba incluido en una lista de personas llamadas a presentarse ante el Ministerio de Defensa Nacional, decidió trasladarse a su despacho de la Dirección General de Prisiones, ubicado en calle Rosas esquina de Teatinos, en el centro de Santiago.
Desde allí realizó gestiones para presentarse ante la autoridad que lo requería. Luego, en horas de la noche, una patrulla de Carabineros perteneciente a la Tercera Comisaría de Santiago, al saber que Litré Quiroga estaba en la Dirección General de Prisiones y quería presentarse, lo conminó a salir de su oficina y entregarse, lo que él hizo. Rechazó en ese acto el ofrecimiento de resistir que le hizo un contingente de gendarmes leales al gobierno depuesto. Litré no era un hombre violento, aunque fuera en su propia defensa. Confiaba en la razón por sobre todas las cosas.
La mejor forma de conocer a Litré Quiroga y rendir un homenaje a su memoria es conocer la carta que este hombre corpulento, con cara de niño bueno, abogado, militante comunista, recordado como un hombre sano, dirigió a su esposa desde la Dirección General de Prisiones, donde se auto recluyó, esperando que sus verdugos lo fueran a buscar.
Dicha carta serena, pero no desprovista de dramatismo, lo retrata de cuerpo entero como hombre de paz y humanista a carta chaval. Escribió a su esposa: “Silvia, son las 12.30, ya bombardearon La Moneda. Parece que mataron al compañero Allende. Yo espero en mi oficina con la dignidad del caso. No sé qué será de mí, pero en todo caso cuida bien a mis niñitos. Que siempre recuerden a su padre y que la lucha nuestra tendrá que triunfar algún día. Cuídese y compórtese como corresponde a una compañera de un comunista.”
A las 9 de la noche del mismo día se entregó pacífica y voluntariamente a una patrulla de Carabineros que llegó hasta el edificio de la Dirección General. Fue llevado al Estadio Chile, donde fue asesinado y arrojado a la vía pública junto a Víctor Jara. Este relato es coherente con quienes recuerdan su memoria, se le recordó siempre como un hombre bueno, generoso, recto, tolerante y muy responsable. El año 1992 Gendarmería de Chile reconoció su muerte como ocurrida en “acto de Servicio” y trasladó sus restos al mausoleo institucional.
A veces es bueno recordar.