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Hijo ilustre de Chillán y de la Región del Ñuble, con una mirada de futuro, vislumbró la importancia de la aeronáutica, que en aquellos años se constituía como una industria innovadora, y que actualmente cumple un rol fundamental en el progreso económico y social de las naciones, conectando personas, países y culturas, permitiendo acceder a mercados globales, generando intercambio comercial y turístico, junto con forjar lazos entre países desarrollados y naciones en desarrollo.
El comodoro Arturo Merino Benítez, nacido en Chillán el 17 de mayo de 1888, es reconocido y valorado como el Prócer de la Aeronáutica Nacional, al impulsar la aviación chilena, la que se refleja en múltiples obras que hasta hoy son un ejemplo a seguir por múltiples generaciones, como lo es la creación de la Fuerza Aérea Nacional (FAN), el 21 de marzo de 1930, que a contar de 1937 recibió el nombre de Fuerza Aérea de Chile (FACH); la fundación de la Línea Aeropostal Santiago-Arica, que se transformó años más tarde en la Línea Aérea Nacional; su tenaz decisión de llegar por aire al sur de Chile, incluyendo la austral Punta Arenas; la creación de la Dirección General de Aeronáutica, actual Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC); el Club Aéreo de Chile y el Gabinete de Fotogrametría. A ello se suma, la inauguración de la primera fábrica de aviones Curtiss Wright, en los hangares de la actual Base Aérea Cerrillos, para el ensamblaje de aeronaves Curtiss Falcon.
Los logros alcanzados por este honorable aviador militar llevaron al Presidente de la República Carlos Ibáñez del Campo a designarlo como primer subsecretario de Aviación y luego Comandante en Jefe de la FAN.
Merino Benítez se preocupó especialmente de la adquisición de material aéreo acorde a los avances de la época y mejorar la red de aeródromos y aeropuertos a lo largo del país, otorgando soluciones efectivas para generar la conectividad del territorio nacional y auxiliar a quienes necesitaran apoyo de forma inmediata.
Al ser un hombre con un coraje, abnegación y compromiso único, para alcanzar sus metas y objetivos, delineó las primeras políticas públicas del sector, posicionando a Chile como uno de los países pioneros en materia aeronáutica, con el firme convencimiento que, a través del desarrollo del medio aéreo, el país lograría la conectividad necesaria para su crecimiento, disminuyendo los tiempos de viaje de los pasajeros y de transporte de carga.
Durante el gobierno del Presidente de la República Arturo Alessandri Palma, el Prócer de la Aeronáutica Nacional, redactó documentos a las autoridades y escribió artículos en El Mercurio, El Diario Ilustrado y La Nación, con el propósito de resaltar que el transporte aéreo permitiría viajes rápidos y convenientes, incluso a zonas remotas a los que no llegaban otros modos de transporte y facilitaría el crecimiento económico.
Eran tiempos de logros con características de hazañas, en que la pasión por volar inscribió nombres como de los franceses Jean Mermoz, Antoine de Saint Exupery (autor de “El Principito”), el teniente Dagoberto Godoy que en 1918 cruzó la Cordillera de los Andes por su parte más alta, el teniente Armando Cortínez, quien en 1919 realizó la hazaña de cruzar de ida y vuelta el macizo andino hacia Argentina por su parte más alta y de muchos otros legendarios y heroicos aviadores civiles y militares, incluyendo mujeres como Amelia Earhart, que cruzó el Atlántico, trazando rutas impensadas para la época.
Dos episodios de la historia son ilustrativos del pensamiento del comodoro Merino Benítez. El primero de ellos, cuando ante las dificultades expuestas por las autoridades de la época, encabezadas por el Presidente Carlos Ibáñez del Campo, para llegar a cada rincón de Chile, el entonces comandante Merino Benítez, les planteó con firme decisión: “Presidente, yo tengo la solución, los caminos del aire”.
Asimismo, en uno de sus discursos más sentidos, con motivo de los funerales del teniente Julio Fuentealba, primer mártir de la Línea Aeropostal Santiago – Arica, haciendo alusión a las precarias máquinas aéreas de principios del siglo pasado, señala: “Mañana cuando sean realidad cotidiana los viajes aéreos, a lo largo de la República, los que recorran seguros en aviones confortables, mirando desde lo alto el desolado desierto, la intrincada maraña de sus cerros, tal vez no recordarán cómo se ganó eso, a costa de qué esfuerzos, de qué abnegados sacrificios de muchos muchachos valerosos que quisieron vencer todas las dificultades y peligros”.
Estas y otras múltiples obras que lideró con profesionalismo, lealtad, vocación de servicio y honor, lo llevaron a ser designado en 1930 por el Presidente Ibáñez, como primer subsecretario de Aviación, y posteriormente Comandante en Jefe de la FAN.
Años más tarde, en 1970 el Presidente Eduardo Frei Montalva, lo condecoró con una medalla de oro con la inscripción “Al insigne creador y primer Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de Chile 1930 – 1970”.
Al año siguiente, el Presidente Salvador Allende Gossens, mediante un proyecto de ley, propuso bautizar el aeropuerto de Santiago con su nombre, manifestando que “a los precursores de la aviación chilena les corresponde la indiscutible primacía en las glorias derivadas de la conquista del espacio de nuestro territorio nacional, los cuales, arriesgando sus vidas, hicieron posible la iniciación e incremento de las actividades de vuelo que cimentaron posteriormente la aviación nacional. El Supremo Gobierno estima de justicia honrar la memoria de quien contribuyó a marcar indeleblemente una época fructífera de la aviación nacional y, en especial, de la Fuerza Aérea de Chile”.
Nueve años más tarde y con motivo del cincuentenario de la Fuerza Aérea de Chile, el principal terminal aeroportuario del país fue bautizado como Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez, y el fin de “rendir un justo y merecido homenaje a quien fuera el forjador y organizador de esa Institución, primer Subsecretario de Aviación, fundador de la Línea Aérea Nacional y primer Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Comodoro Arturo Merino Benítez”.