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“Este sistema llegó para quedarse”, asegura el productor arrocero Luis Valenzuela del sector Santa Amelia, en San Carlos, al referirse a la implementación del SRI (System of Rice Intensification) o sistema de intensificación del cultivo del arroz, que está implementando el INIA como nueva forma para producir arroz en Chile.
Esta metodología utiliza riegos intermitentes, en reemplazo de la tradicional inundación que ha caracterizado a este cultivo, cambio que no es antojadizo, ya que responde a la creciente disminución de agua para riego, en gran parte del orbe.
Para Valenzuela la falta de agua es un gran problema, razón por la cual sigue muy de cerca el sistema de riego. “Es muy amigable con el medio ambiente, de mucha economía de agua, de considerable ahorro en dosis de semillas y fertilizantes”, destacó, tras asistir al día de campo “Arroz y cambio climático: el aporte de INIA a la adaptación del cultivo y la seguridad alimentaria nacional”.
Esta actividad se insertó en la ejecución del proyecto de investigación “Arroz más productivo y sustentable para Latinoamérica”, iniciativa que cuenta con el impulso del Fondo Regional de Tecnología Agropecuaria (Fontagro) y que ejecuta INIA en conjunto con FLAR, IICA, y otros centros de investigación de Sudamérica.
Al día de campo realizado en San Carlos, concurrió medio centenar de productores de la zona, y contó con la presencia de la directora regional de Indap, Fernanda Azócar y del director regional de INIA Quilamapu, Javier Chilian, quien resaltó la importancia de que INIA genere permanentemente nuevas variedades de arroz, desde su fundación en 1964. “Hoy se necesitan semillas que sean más resistentes al cambio climático y más eficientes en el uso de la poca agua que tenemos”. Agregó que el sistema SRI de riego es “impensado con las variedades de hace 10 años (…) sería imposible, ya que esas variedades no estaban desarrolladas para las condiciones en las que estamos hoy”. En este último aspecto, Javier Chilian indicó que el programa de mejoramiento genético de arroz “va desarrollando variedades para la contingencia del momento”.
Mismo rendimiento pero 50 % menos agua
El agricultor Luis Valenzuela destacó que con el sistema SRI los suelos se preparan para ser regados de forma intermitente cada siete o diez días, dependiendo de lo que indiquen los instrumentos de humedad en el suelo. Recalcó que el nuevo sistema permite ahorrar un 50 % del caudal de agua que normalmente se utilizaba. “De los 18 mil a 20 mil metros cúbicos que empleamos en el sistema tradicional, podemos bajar a la mitad, es decir de 10 mil a 12 mil metros cúbicos, lo que constituye una gran ventaja”.
El productor añadió que lleva dos años de prueba, incrementando paulatinamente la cantidad de hectáreas destinada a este sistema, hasta las siete hectáreas de esta temporada. Entre las ventajas también resaltó que la aplicación de nitrógeno, que tiene una eficiencia del 70 % en suelo seco, mientras que en el inundado solo llega al 30 %, además del ahorro en productos para el control de malezas.
El desarrollo de la tecnología SRI, denominado también arroz climáticamente inteligente, es impulsado por la investigadora de INIA Quilamapu, Karla Cordero, con el apoyo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). “Este sistema cambia todas las prácticas de manejo para que el arroz pueda ser cultivado solo con riego, lo cual nos permite producir un arroz más amigable con el medio ambiente, al utilizar menos agua”, sostiene la ingeniera agrónoma, quien agrega que con la ausencia de inundación “se deja de producir metano y se baja la producción de óxido nitroso”, ambos gases de efecto invernadero, lo que impacta en el resguardo del medio ambiente.
Jaspe y Ónix INIA: nuevas variedades
Karla Cordero, quien además es encargada del programa de mejoramiento genético de arroz de INIA, sostuvo que otro de los aspectos relevantes del día de campo fue la presentación de las nuevas variedades que, por ahora, se encuentran en etapa de multiplicación para masificarse la próxima temporada. Se trata de Ónix INIA, la primera variedad de arroz negro chileno, y Jaspe FL, variedad obtenida del convenio con el Fondo Latinoamericano para Arroz de Riego (FLAR), caracterizada por una alta precocidad en el campo, lo que se traduce en mayor ahorro de agua.
Otra área que también llamó la atención fue la muestra de microorganismos destinados a fortalecer la planta de arroz. “Se trata de la peletización de la semilla de arroz con productos Endomix INIA, en base a hongos benéficos Tricoderma y Beauveria”. Karla Cordero explicó que este trabajo, impulsado junto a la también investigadora de INIA Quilamapu, Lorena Barra, busca potenciar el uso de bioinsumos en los cultivos arroceros “lo que permitirá ayudar a la planta en los momentos de estrés abiótico”, situación que es cada vez más frecuente como consecuencia del cambio climático.